El mundo digital es uno de los grandes temas en nuestra sociedad actual, y esto tiene una relación clara y directa con la salud mental, especialmente en niños y adolescentes, nuestro cerebro, y sobre todo en edades tempranas, madura y progresa a partir de las experiencias y la estimulación que recibe, así todo cambio ambiental es igual a información sensorial que será procesada y tendrá una influencia en la organización cerebral, lo cual repercutirá en su personalidad y estado emocional.
Hablamos de sobreestimulación cuando existe una excesiva exposición por edad y madurez tanto física como psicológica, y aunque la tecnología y el internet pueden ser útiles y mostrarse como buenas alternativas educativas, su uso excesivo puede repercutir de manera negativa tanto a nivel psicofisiológico, alterando las conexiones y circuitos neuronales, y afectar las áreas y capacidades cognitivas como: memoria, atención y el lenguaje.
Además, pueden presentarse consecuencias psicoemocionales como:
- Adicciones y dependencia emocional
- Estrés y ansiedad.
- Problemas depresivos.
- Dificultades relacionadas con la autoestima.
- Desvinculación familiar y social.
Difícilmente podemos despegarnos del uso e influencia que tiene el mundo digital sobre nosotros, pero es muy importante que nos eduquemos tanto a nosotros mismos, como a los niños y adolescentes acerca del modo de uso y ofrecer alternativas más saludables.
Actividades al aire libre: Aunque muchos de los niños y adolescentes prefieren quedarse delante de la pantalla, investigaciones recientes evidencian la utilidad y el beneficio de realizar actividades fuera de casa y de la estimulación digital.
Juegos sociales y de mesa: Llevar a cabo juegos y actividades en familia como cartas, juegos de descubrimiento, lógica o cooperativos, ayudan a estimular áreas motoras y cognitivas, además de repercutir positivamente a nivel emocional, ya que compartimos momentos de calidad.
Permitir el aburrimiento: Existe una tendencia cada vez mayor a no tolerar los espacios de aburrimiento de los niños, acudiendo rápidamente a las pantallas para calmarlos y que nos dejen tranquilos, dejar que se aburran y gestionen ellos mismos esta situación, facilita que creen su propia motivación y la elaboración de nuevas estructuras, potenciando la creatividad y la curiosidad.
Y por último, comunicación: A veces no es necesario ser muy exigentes a la hora de concretar lo que vamos a hacer, e incluso en muchas ocasiones tenemos problemas para encontrar la actividad idónea, pero una buena conversación, y especialmente cuando esta tiene contenido emocional, puede ser suficiente y muy útil.
Es importante enseñarle a los más jóvenes que hay más mundo del que encuentran solo detrás de la pantalla, ayudarles a desarrollar tolerancia a la frustración y alimentar su curiosidad y creatividad para crear adultos tenaces, resilientes y adaptables al cambio.
Estefanía López Paulín
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