En columnas anteriores hemos hablado de como las relaciones interpersonales y los vínculos que establecemos con las demás personas tiene su origen en la niñez y se deconstruye a lo largo de la vida, esto nos da ideas y expectativas de cómo puede ser una relación sana o buena. Sin embargo, cuando en nuestro pasado hemos vivido experiencias de rechazo o humillación se abren dos caminos para el futuro adulto, estos son: la dependencia emocional o terminar apartándose de seres queridos por miedo a ser herido.
Quizá esto les suene conocido, pues en columnas anteriores hablamos acerca del apego y como existe el apego ansioso, que es esta búsqueda interminable por aceptación y afecto y el apego evitativo, el cual provoca que quien lo presenta sienta que es inminente salir lastimado, por lo tanto, terminan huyendo. Es importante entender que, dada la vivencia en la infancia, estas personas buscan determinados tipos de pareja con características similares a las de sus figuras más significativas, resultado ser no siempre las más adecuadas o saludables.
Una relación sana tiene sus fundamentos en la comunicación clara y asertiva, respeto mutuo y una buena base de confianza, sin embargo, otro aspecto fundamental de una relación saludable es la individualidad.
Cuando esta parte de individualidad se pierde y aparece la enorme necesidad de estar en una relación para sentirse completo, podemos hablar de dependencia emocional, que no es más que una necesidad extrema de afecto y aceptación, buscándola en la pareja o algún otro vínculo afectivo.
Las personas que son dependientes emocionales suelen tener un comportamiento desorganizado, con una profunda necesidad de estar acompañados por la pareja, generando problemas de baja autoestima y adoptando posturas de sumisión en otras relaciones, además es muy común que presenten sensación de desamparo y dificultad para mostrarse en desacuerdo, llegando al punto de evitar discusiones o situaciones que amenacen el fin de la relación.
Otras características de una persona con dependencia emocional son: posesividad, extrema necesidad de los demás, búsqueda voraz de amor y cariño, enganche emocional e incapacidad de abandonar relaciones dañinas, necesidad de agradar a todo el mundo y manifestación de sentimientos como culpa, abandono, autoengaño y autoinvalidación de las emociones, generando como consecuencia, un desgaste emocional y afectivo en su vida.
La dependencia emocional suele complicar el desarrollo personal de todas las personas, creando un clima emocional agobiante, caracterizados por la insatisfacción y la frustración, los celos patológicos e incluso la perdida de la propia personalidad. Además, ser dependiente emocional puede generar conductas adictivas como el alcoholismo y la drogadicción, trastornos de la conducta como la depresión, comportamientos obsesivos o desarrollo de trastornos alimenticios.
Es importante que quien quiere dejar de ser un dependiente emocional reconozca el problema, suena fácil, pero con frecuencia es complicado que una persona acepte y reconozca que es dependiente emocional, es importante trabajar en aceptar la incertidumbre de estar solo y aprender a que la soledad no significa nada malo, también aprender a decir que no y trabajar en nuestra autoestima ayudará a recobrar el equilibrio emocional.
Y por último, no hay que olvidar la importancia de un trabajo interno más profundo para hacer más consciente nuestra forma de relacionarnos, iniciar un proceso psicológico en donde trabajes esa exploración en ti mismo acompañado y guiado por un especialista, te ayudará a reestablecer tu salud emocional, sanar heridas emocionales del pasado y cultivar tu independencia.
Estefanía López Paulín
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