En la Roma que era gobernada por Tarquino Prisco, existía un grave problema ambiental y de salud pública que ocupaba la atención del rey y que le causaba grandes pesadillas. No era para menos, pues la capital del Imperio Romano estaba inundada de inmundicias, ya que las aguas residuales y la basura se encontraban por toda la capital del Imperio lo que provocaba enfermedades y consecuente mortandad y el río Tíber era el receptáculo de parte de esas inmundicias y hasta de cadáveres.
Tarquino Prisco fue hijo de Danarato, un refugiado corintio que llegó a establecerse en la ciudad etrusca de Tarquinio. Era un hombre autoritario y gran guerrero, pero también fue un buen planificador urbano a quién se debe el primer gran palacio etrusco en una ciudad en donde lo que abundaba eran las cabañas. Allí, en su palacio, sentado en un trono majestuoso con el cetro en mano y en su cabeza un yelmo con plumas, dictó las políticas de desarrollo de la que llegó a ser la ciudad más importante del mundo.
En su proyecto de desarrollo se construyeron grandes monumentos y se efectuó el trazo de la zona urbana, de tal forma que todo obedeciera a un orden y no se diera un crecimiento irregular, a la vez que impulsó la industria y la ubicó en un sitio especial para evitar molestias a la población.
Para resolver el problema ambiental que padecía su pueblo, mandó construir en el siglo V antes de Cristo, un sistema de alcantarillas a las que llamó Cloaca Máxima, de tal forma que por ellas fluyeran las aguas insalubres hasta un punto en que estas desembocaban en el Tíber, aguas abajo de Roma. De esta manera se resolvía el problema de insalubridad de la ciudad capital del Imperio, aunque el problema se trasladaba a otro punto dentro de la cuenca. Para evitar que se siguieran presentando problemas de salud, Tarquino ordenó que bajo ningún concepto se establecieran viviendas fuera de un perímetro perfectamente trazado.
Entre otras grandes obras realizadas por este gobernante se encuentran el Circo Máximo, el templo de Júpiter en el Capitolio y la sustitución de cabañas y casuchas por verdaderas viviendas. Por decreto se prohibió arrojar las aguas residuales a las calles y todas deberían de estar siendo descargadas a los ramales de la cloaca máxima.
Pero la cloaca no sólo tenia la función de conducir la suciedad, también debería de captar el agua proveniente de las zonas empantanadas por las propias aguas del Tíber y las que escurrían en la cuenca desde las colinas que rodean a Roma. Esta obra majestuosa fue diseñada y dirigida en su construcción por un grupo de ingenieros etruscos y se ocuparon una gran cantidad de albañiles provenientes de la clase baja y también algunos esclavos.
Investigaciones arqueológicas han revelado que, si bien la mayor parte de la cloaca fue excavada bajo la ciudad, en algunos tramos las aguas corrían por canales superficiales, los que en un determinado punto y en función de la topografía se canalizaban al subsuelo. En un principio, las residencias privadas canalizaban sus aguas a fosas sépticas, pero pasado el tiempo se conectaron a la cloaca.
Con el paso de los años, y posteriormente de los siglos, la red de drenaje creció y se le dio trabajo de mantenimiento, de allí que en su exploración se han encontrado rasgos de diferentes técnicas constructivas y materiales. La maqueta de la Roma arcaica que se encuentra en el Museo de la civilización romana nos muestra la magnitud y particularidades de esta obra, la que, por cierto, estaba regida por la diosa Cloacina.
Hoy en día se puede apreciar con toda claridad parte de la red de drenaje de la antigua Roma, con sus alcantarillas labradas en granito. No se puede ingresar a la cloaca máxima, ya que sigue en operación y es una muestra clara de la evolución de la ingeniería e hidráulica. De hecho, todavía en nuestros días se sigue estudiando esta red de drenaje, empleando la técnica del escaneado laser para obtener un modelo tridimensional que permite analizar desde el gabinete las particularidades de esta obra. Esta etapa del trabajo se desarrolla en una superficie de cerca de quinientos metros en la red de drenaje bajo el foro romano, apoyándose con un arqueo robot que permite hacer mediciones, identificar tipo de gases, tomar muestras e imágenes.