El Juego de Pelota, también conocido como «tlachtli» en náhuatl, fue una de las prácticas deportivas más importantes y rituales en las culturas prehispánicas de Mesoamérica, como los mayas, mexicas y olmecas. Este juego, que tenía un carácter ceremonial como deportivo, no solo simbolizaba la destreza física, sino que también reflejaba creencias religiosas y sociales.
Orígenes y expansión
Se cree que el origen del Juego de Pelota data de alrededor del 1400 a.C., con los olmecas, quienes fueron una de las primeras civilizaciones en practicarlo. Desde su aparición, este deporte se expandió por toda Mesoamérica y, llegó a ser jugado en distintas ciudades de lo que hoy conocemos como México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador.
El juego se practicaba en un espacio delimitado, conocido como «campo de pelota» o «tlachtli», que variaba en tamaño y diseño según la región. Uno de los campos más famosos es el Gran Juego de Pelota en Chichén Itzá, que destaca por su imponente tamaño y sus paredes adornadas con escenas de jugadores.
La dinámica del juego
El objetivo principal del Juego de Pelota consistía en pasar una pesada pelota de caucho a través de aros colocados en las paredes laterales del campo, sin utilizar las manos. Los jugadores usaban principalmente las caderas, antebrazos y muslos para golpear la pelota, lo que requería una gran habilidad física y coordinación.
Si bien el juego tenía aspectos competitivos, en muchas ocasiones su propósito iba más allá de lo lúdico. Era considerado un ritual sagrado vinculado a los mitos de creación y cosmogonía de estas culturas. En algunas versiones, el juego representaba la lucha entre el día y la noche o entre el bien y el mal.
Significado religioso y sacrificios
El Juego de Pelota no solo era un deporte, sino también un acto simbólico que, en ocasiones, culminaba en sacrificios humanos. Los jugadores o los capitanes de los equipos, especialmente si eran los perdedores, eran sacrificados en honor a los dioses.
Este sacrificio no se veía como una derrota, sino como una forma de ofrecer vida a las deidades y asegurar la continuidad del orden cósmico.
En el mito maya de los «Héroes Gemelos» del Popol Vuh, se narra cómo los gemelos Hunahpú y Xbalanqué descienden al inframundo para jugar un partido de pelota contra los señores de Xibalbá. A través de su victoria, no solo restauran el orden, sino que también simbolizan el triunfo de la vida sobre la muerte.
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