A nombre del Pontificio Colegio Mexicano en Roma, su Rector, el padre Juan Jesús Priego Rivera, recibió la Medalla Ohtli, por parte de Alberto Barranco Chavarría, Embajador de México ante la Santa Sede.
La Medalla Othli es el máximo galardón que el Gobierno de México entrega a personas u organizaciones que favorecen el desarrollo de los connacionales en el extranjero.
Luego de recibir tan alta distinción, el Rector del Colegio, el potosino, Juan Jesús Priego Rivera, destacó que es un reconocimiento a los 55 años de vida y trabajo que tiene la institución.
Dio gracias a Dios y a todos aquellos que «desde anonimato han escrito la historia del Colegio Mexicano en la formación de sacerdotes mexicanos con su generosidad, amistad, oración y cercanía».
Dijo que ha existido un esfuerzo muy grande por parte de la Iglesia de México para “poder sostener en Roma a sus sacerdotes, porque económicamente es un sacrificio para nuestras Diócesis, y sin embargo lo hacen gustosas, para que cuando nuestros alumnos regresen a sus Diócesis de origen, puedan ofrecer un servicio mejor, tanto en el seminario como en la Curia, como en las parroquias”.
Manifestó que dicho reconocimiento significa una oportunidad para refrendar su agradecimiento a Dios y a todas aquellas personas que han dejado huella en el Colegio Mexicano.
El Padre Priego agradeció también la presencia silenciosa, pero al mismo tiempo incansable de las Hermanas de los Pobres, Siervas del Sagrado Corazón que han estado íntimamente unidas a la historia del Colegio Mexicano desde 1965.
Por su parte, el Embajador de México ante la Santa Sede, Alberto Barranco Chavarría expresó que el Pontificio Colegio Mexicano ha generado “un mayor conocimiento y mayor pastoral de los sacerdotes” ya que tienen la experiencia de vivir en el extranjero en el corazón de la Iglesia; lo cual hace que todos los que vienen a estudiar “sean mejores pastores, a nivel de humanismo, a nivel de solidaridad, de fraternidad, de promover la paz, todas estas cosas son importantes».
“Tiene la personalidad de ser gente que viene con una historia, de muchos años de esfuerzo para salir adelante, gente que no necesariamente tiene recursos, que tiene que buscar la forma de que el obispo lo envíe, es gente que llega aquí con el corazón agradecido, y al mismo tiempo cuando llega a México, va a regresar aquello que se le dio, a través de un apostolado mejor, de una pastoral mucho más completa”, sostuvo el Embajador.
Actualmente el Colegio tiene 108 estudiantes, y la capacidad máxima es de 115, la primera piedra del Colegio estuvo presente San Pablo VI, también fue visitado por San Juan Pablo II, más de 3000 sacerdotes han pasado por las aulas del Colegio, así como el 80 por ciento de los Obispos mexicanos han estudiado ahí.
A continuación el mensaje del Padre José de Jesús Priego Rivera con motivo de la entrega de la Medalla Ohtli al Colegio Mexicano en Roma:
Recibir la Medalla Ohtli por parte de la Embajada de México en Italia, significa para nosotros una oportunidad para refrendar nuestro agradecimiento a Dios y a todas aquellas personas que se han hecho presentes a los largo de estos 55 años de vida del Colegio Mexicano, desde la presencia de los Vicarios de Cristo, San Pablo VI en sus orígenes y San Juan Pablo II con sus visitas; de ambos su cariño bendición a todos los sacerdotes de México a través de este Colegio Pontificio.
Cómo no agradecer al Señor la presencia silenciosa también, pero al mismo tiempo incansable de las Hermanas de los Pobres, Siervas del Sagrado Corazón que han estado íntimamente unidas a la historia del Colegio Mexicano desde el año 1965.
Reconocer el empeño del Cardenal Garibi Rivera por ofrecer un espacio dedicado exclusivamente a la formación del clero mexicano y a todos los rectores que han encabezado al equipo directivo, desde el primer rector, Mons. Bartolomé Carrasco Briseño, hasta el actual.
Y finalmente, agradecer a tantos benefactores que generosamente han apoyado y siguen colaborando con la formación de los sacerdotes mexicanos como Adveniat, Fraterna, Caballeros de Colón y muchos otros que desinteresadamente siguen formando parte de la historia del Colegio Mexicano.
A Dios y a todos aquellos que en el anonimato han escrito la historia del Colegio Mexicano con su generosidad, amistad, oración y cercanía, ¡GRACIAS!
