El olor tenía molestándome casi un día completo. La superficie de un huevo podrido puede ser un óvulo perfecto donde se reproducen chingonamente las bacterias, y la vida incluso.
Recuerdo que a las 2:00 horas de haberlo desechado entero, lo busco. Apestaba peor que un muerto. Tenía ya vestigios de huevos de mosca, un huevo sobre otro huevo –pienso irónicamente. La naturaleza no nos tiene preparado nada, por sí misma es capaz de remendar cualquier contrariedad que le hayamos hecho.
Algo de estar encerrados, es que cuando sales, el Sol quema como nunca antes porque los rayos UV están entrando con todo por la poca resistencia que se les opone. Los pájaros en la mañana tienen un concierto inusual y un poco siniestro; pero me he dado cuenta que el calor es tan sofocante para las plantas del interior, que hay buscarles ayuda.
Ya es sábado, son las 6:00 de la mañana, como un vampiro nocturno aún, tomo la bolsa apestosa, salgo a la calle aún vacía y dejo en la esquina los deshechos materiales que hemos arrojado en un tramo de nuestras vidas.
