La iguana es en algunos estados de la República es parte de la herencia, de la identidad, pero algo le está pasando a esta especie pues están desapareciendo a una gran velocidad, esto a causa de catástrofes ambientales y la cacería excesiva.
Desde 1990 dos especies de iguana han sido el foco de atención alarmante por el Programa Nacional de Conservación, se trata de la iguana verde y la iguana de cola negra o también conocida como cola de espinas. De la gran variedad de especies que existen de iguanas las más reconocidas con frecuencia por las personas son la iguana verde que habitan en regiones tropicales y subtropicales de México y Brasil.
Se conoce que las iguanas tienen propiedades curativas, durante miles de años han sido esenciales en distintas medicinas de México y Latinoamérica por su riqueza de proteínas. En regiones donde se consume esta especie es cazada, ejemplo de ello es Colombia donde cazadores buscan capturar hembras preñadas para vender o consumir sus huevos, los preparan en un caldo y después lo untan en una tortilla. Esta es otro motivo por los cuales la especie corre riesgo.
La iguana verde como todas las especies de lagartijas son de sangre fría y depende de fuentes externas para regular su temperatura corporal, es por eso que es común mirarlas reposando sobre rocas recibiendo el sol o en un árbol tomando sombra. Posen características que le ayudan a adaptarse al entorno donde habita, ejemplo de ello podrían ser sus escamas gruesas que le cubren la piel que también funciona como caparazón contra el agua.
Alguno de sus aspectos físicos que llaman la atención podría ser la piel que cuelga de su cuello, esta cumple con distintas funciones como que ayuda a que el calor se extienda por todo su cuerpo con mayor rapidez, también es utilizada por los machos para sorprender a las hembras y en caso de ser atacados retraen su papada en la cara del depredador como defensa.