“Si quieres conocer una sociedad, visita sus cárceles”, Fiódor Mijálovich Dostoyevski.
Un proyecto único, emocional y hasta catártico es el libro “Hurricanes Blues”, editado con la colaboración de la Fundación Renace y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, a través de la Coordinación Académica en Arte, dirigida por Oscar Montero.
“Este proyecto me llega a mí, por parte de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en donde estaba en ese momento, a partir de un convenio de colaboración académica que hay entre la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y Fundación Renace, que estaba buscando quién diera un taller de creación artística dentro de las instalaciones del Centro Estatal de Reinserción Social de La Pila para hombres privados de su libertad”, dijo en entrevista.
«Se llevó a cabo en la sección varonil, pues nunca habían hecho ahí y tenían inquietud, con mucho miedo, porque habían trabajado ya en la sección femenil y se daba más la idea de que toda la cuestión artística era para las mujeres y no para los hombres», agregó.
Con el antecedente de que en los talleres literarios pocos participantes son los que llegan hasta el final, Oscar Montero se presentó ante 20 personas inscritas en la dinámica, «pensé que terminaría con solo dos, pero no, terminaron el taller casi los 20. Los sábados que asistíamos del taller, a veces, llegaba gente solo a escuchar, pero había algunos que eran muy constantes, finalmente se eligieron 8 textos, que son los que integran el libro de ‘Hurricanes blues’”.
Del exterior al interior
Respecto a las temáticas, el Director de la Coordinación Académica en Arte y del Centro Universitario de las Artes dijo que se trata de ocho textos muy distintos entre sí, pues son totalmente personales con temática libre.
Contó que fue complicado fue trabajar con personas privadas de su libertad y darles las herramientas de un estilo literario, “para mí y para Aldo Patlán, que me ayudó a impartir el taller. Establecimos dinámicas que fueran confrontando a la gente hacia el espejo. Todos estos ejercicios de ir soltando la mano, de qué quieren pensar, cual es el recuerdo más presente que tienen, cuál es su mayor temor, cuál es su mayor valor, fueron soltándolos”.
“En los talleres literarios, se llevan a cabo ejercicios de escritura en primera, segunda y tercera persona. La base para trabajar fue el cuento ‘La Llovizna’, de Juan de la Cabada, en el que un hombre de clase media asesina a unos campesinos, tras la sospecha de que quieren robarle. En el ejercicio, ellos tenían que contar la historia en tercera persona, luego en segunda persona, donde ya le costó más trabajo; cuando hicimos el ejercicio en primera persona, hasta lloraron ese día, hubo una serie de catarsis muy fuertes y, a partir de ahí, comenzó el trabajo de escritura, el cual, si no está impregnado de sangre, sudor y lágrimas, no vale”.
Textos emocionales
El Maestro Oscar Montero detalló algunos de los relatos que más le impactaron y que se incluyen en el libro.
“Hay uno que pudiera parecer muy simple y muy ingenuo, que es la carta de un padre a su hija, pidiéndole disculpas por no crecer con ella. La hija está en Estados Unidos y no ha tenido contacto con ella, entonces Israel Ramírez encontró en el libro, la posibilidad de que ella lo leyera y, en un par de cuartillas, hay un acto de redención que resulta demoledor. Yo creo que es uno de los textos más dolorosos y más fuertes que hay en el libro”, contó. Además, Israel comentó al maestro, “tal vez no pueda obtener mi libertad, pero al menos intentaré ser libre de pensamiento”.
«Otro ejercicio que me gustó mucho fue con Juan Martín, quien toda su vida ha sido conductor de camión de pasajeros, y quiso contar lo que le pasó dentro del penal. Le propuse escribirlo en tercera persona, entonces hubo un cambio radical el verse a sí mismo, lejos, y terminó escribiendo una novela corta muy interesante a distancia, con un personaje que espera la redención y la voz del juez que le va a dictar sentencia”, agregó.
Explicó que además de las ocho narraciones, el libro contiene presentaciones personales de los autores, “algunos cuentan por qué están detenidos, otros cuál es su proceso y otros solo exponen cual fue su motivo para entrar al taller, de explorar una forma de libertad”.
También contó su experiencia con José Gabriel –con una larga sentencia en prisión-, quien le expresó que nunca volvería a ver a sus hijos, ni platicar con ellos de forma libre, por lo que le interesaba escribir un texto con dedicatoria. «Pensaríamos que hará un texto dramático y no, escribió una novela policiaca fantástica, con personajes, diálogos y luego llegaba con unos dibujos fantásticos para ilustrar los personajes, que también forman parte de la edición del libro”.
“Creo que todo esto hace que el libro, más allá de un valor literario, que no lo tiene, tiene un valor humano, de alguien que quiere escribir para poder transmitir un pensamiento, un sentimiento, y eso es lo que le da un gran valor”, expresó Montero.
Complicaciones
Además de los obstáculos emocionales de los participantes, Oscar Montero y Aldo Patlán también se enfrentaron a lo estrictos protocolos de seguridad el penal, según contó.
«Cuando pasamos de la biblioteca al área de cómputo para que escribieran y corrigieran sus textos, fue complicado, pues las computadoras del penal tienen un programa de seguridad que borra toda la información al extraer la USB. Finalmente permitieron que una sola USB contuviera los textos, luego de una revisión minuciosa de la información, pero algunas cosas se perdieron de todos modos y entonces los textos que estaban más completos eran esos”, dijo el Maestro.
“En la biblioteca había un reloj que siempre marcaba la 1 de la tarde, entonces cuando entrábamos ahí, el tiempo se detenía, pues no podíamos llevar teléfonos ni relojes”, agregó.
La estructura
“Hurricanes Blues. Voces desde la cárcel” tiene una introducción escrita por Patricia Flores Blavier, de Fundación Renace, en la que explica el porqué del nombre.
“Se nos ocurrió a partir de la historia de la canción de Bob Dylan ‘Huricane’, la cual cuenta la historia de Rubin ‘Hurricane’ Carter, un boxeador afroamericano a punto de alcanzar el éxito, que fue arrestado en 1966 y condenado a cadena perpetua por tres asesinatos que no cometió. Es la historia de un alma que pudo haber sido grande y libre, pero que la corrupción y las cárceles lo vuelven un ser que se muere”, explicó Montero.
“Después viene un texto mío, en el que cuento todas mis experiencias con este taller, cómo lo viví, y tiene un epígrafe que dice ‘Si quieres conocer una sociedad, visita sus cárceles’, de Dostoyevski” .
Finalmente, Oscar Montero aseguró que esta experiencia marca un precedente para realizar más talleres artísticos con gente privada de su libertad en los centros de readaptación social.
«Tuve la fortuna de que me invitara el rector Alejandro Sermeño a dirigir la Coordinación Académica en Arte, ahora tengo más posibilidades de involucrar a profesores de distintos campos que vayan de visita a estos reclusorios, el problema es que no podemos hacerlo ahorita por la Covid”, finalizó.