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En política, quienes la entienden saben que un minuto es demasiado tiempo, y eso lo han vivido algunos potosinos como el hoy morenista Juan Ramiro Robledo y el empresario Miguel Valladares.
Es como en el Vaticano cuando se realizan los cónclaves para elegir sumo pontífice. Según los conocedores: el que entra Papa, sale Cardenal; y el que entra Cardenal, sale Papa. La historia de Juan Pablo II y Francisco es un ejemplo claro.
Juan Ramiro Robledo se veía como gobernador cuando fue subsecretario de Gobernación, allá por 1997. Una reunión en Gobernación con el entonces mandatario, Horacio Sánchez Unzueta, le quitó la oportunidad de ser candidato del PRI y, en su lugar, Fernando Silva Nieto arribó al poder.
En el caso de Miguel Valladares, ha estado en dos ocasiones cerca de gobernar la tierra del Potosí. En la primera ocasión, Miguel, que es un hombre inteligente, salió del Palacio de Cobián con la candidatura en la bolsa, pero el gusto le duró solo una hora (el tiempo que tardó el avión en el trayecto de la CDMX a SLP). Era el 2003.
Los priístas lo bajaron de la candidatura. Marcelo de los Santos ganó esa elección y se convirtió en el primer mandatario emergido del Partido Acción Nacional. En la elección de 2015 también se la ofrecieron, pero, educado como es, mandó a sus impulsores derechito a freír espárragos.
Para 2027, la política potosina hierve antes de tiempo con el riesgo de que todo se evapore cuando llegue el momento importante.
Los antigallardistas tienen a todos sus santos de cabeza rogando que no pueda dejar sucesor. Los gallardistas se esmeran en asegurar el futuro.
Lo cierto es que los jugadores del futuro tienen que mover sus piezas en la capital del país, que es donde se tomarán decisiones definitivas. La presidenta, Claudia Sheinbaum, lleva mano para designar la candidatura de Morena y es la encargada de negociar con el Partido Verde, que lleva mano porque ganó la gubernatura en 2018, y eso no tiene regateo.
Morena y el Verde podrán ir juntos, pero no revueltos. Los encumbrados morenistas no quieren ceder porque probaron el poder y les gustó; la mayoría sabe que vivir pegado a la ubre oficial es lo suyo.
Así las cosas, tenemos que el inverbe diputado Carlos Arreola ya se ve con ancas de gobernador; Cuauhtli Badillo se visualiza en la presidencia municipal de la capital; y hasta la diputada Jessica Gabriela López cree que tiene derecho a ser gobernadora, nada más porque es esposa del traicionero delegado del Bienestar, Guillermo Morales.
Morena está trabajando en realidad para que una de las hermanas Rodríguez, Rosa Icela, actual secretaria de Gobernación, o Rita Ozalia, dirigente del partido en San Luis Potosí, se quede con la candidatura, lo que no garantiza que ganen la elección.
Rita es la indudable avanzada de Icela, pero ha dejado muchos enemigos en el camino, promesas incumplidas y algunas traiciones a grupos importantes. Rosa Icela dependerá de cómo se pongan las cosas con el gobierno de Donald Trump.
En el Verde trabajan en tierra y procuran garantizar una estructura fuerte; el candidato vendrá después. Los naturales, que muchos ya dan por muertos, son Ruth González y Ricardo Gallardo Juárez debido a la ley antinepotismo impulsada por la presidenta de México.
Las cartas que quedan son: J. Guadalupe Torres Sánchez, Juan Manuel Navarro, Gilberto Hernández Villafuerte, Juan Carlos Valladares y Leonor Noyola. Pero de que puede haber sorpresas, eso ni dudarlo.
En la construcción del futuro político siempre hay trabajo previo, y claro que hay otros aspirantes en el tinglado queriendo impulsar candidaturas. Pero no se ve cómo el PRI, el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano puedan ser competitivos frente a Morena y el Verde.
Enrique Galindo se cuece aparte, pero necesita un partido que le dé formalidad legal a sus aspiraciones. El PAN, en su plan mafioso, aún en manos de Verónica Rodríguez y Enrique Dahud, no garantiza nada, por más sucias maniobras que hagan para intentar mantenerse en la dirigencia.
El PAN es tema aparte; la revocación de la elección de dirigente los mantendrá entretenidos con la estructura desmantelada y muchas cuentas por saldar.
En el PRI, una vez expulsado el alcalde capitalino, buscan afanosamente una alianza con el gallardismo, y lo que viene es una extraña fusión política.
Veremos en los meses siguientes cómo las historias se cruzan y el futuro se aclara.
P.D.1.- Una vez que el Tribunal Electoral de San Luis Potosí determinó anular la elección de dirigente estatal del PAN, salen muchas cosas a la luz. Entre otras, que el eterno perdedor Alejandro Zapata ha caído tan bajo, tan bajo, que traicionó a Lidia Argüello por dos chambas en el Ayuntamiento: una para su hija Marcela y otra para su yerno. De penita ajena. El otro, que era cochino, pero no sabíamos qué tan trompudo, es Álvaro Elías Loredo. Sacó el cobre como diputado, pero ahora se vendió por una miserable aviaduría en el CDE. Se pasan.
P.D.2.- La Huasteca potosina está dando ejemplo de control ante los embates de inseguridad. Parece que los alcaldes han decidido aplicarse en su responsabilidad, y son Rioverde y Matehuala los que se andan pasando de lanzas con la gente. A ver si alguien les mete orden.
P.D.3.- En Villa de la Paz, el tesorero Pedro Luis Martínez salió cochino y trompudo. Demandó al Ayuntamiento por casi dos millones de pesos por sus servicios de tesorero durante seis años y, ¿qué creen? Ganó. La semana pasada embargó al municipio, pero los bienes que se llevó solo acreditaron 400 mil pesos.
P.D.4.- Palomita para los bomberos metropolitanos de San Luis Potosí, para la SEDENA, Protección Civil y todas las personas que participaron en el combate al incendio que se registró en una bodega de tarimas en Soledad. A ver si las autoridades valoran el desempeño de los bomberos y dejan de regatearles apoyo.
Hasta la próxima.