
Ciudad Valles, S.L.P.- La traición más cruel no siempre viene de extraños. Don Benito García Díaz, de 85 años, y su esposa, Aurora de la Rosa, de 77, han vivido un año de miseria y desesperación tras ser despojados de su único sustento por su propia hija, Paula, quien les robó sus tarjetas de Bienestar y los dejó sin un solo peso.
Don Benito, con pasos cansados y la voz entrecortada, cuenta cómo han sobrevivido gracias a la caridad de sus vecinos. Aurora, postrada en una silla de ruedas desde hace cinco años, sufre en silencio el abandono de quien alguna vez prometió cuidarlos. La pensión que el gobierno federal les otorga es su única fuente de ingreso, pero desde hace un año no han podido recibirla.
La pesadilla comenzó cuando su hija, aprovechando su confianza, les arrebató las tarjetas en su domicilio en la colonia Luis Donaldo Colosio, en San Vicente Tancuayalab. Desde entonces, cada bimestre, el dinero que les pertenece ha sido retirado sin remordimiento alguno. Con miedo y lágrimas contenidas, Benito y Aurora callaron. Paula los amenazó: su esposo, dijo, era un hombre peligroso, alguien que había matado antes. El miedo los paralizó.
Pero el hambre y la desesperación fueron más fuertes que el temor. Este jueves, acompañados por su otro hijo, decidieron viajar a Ciudad Valles con la esperanza de cobrar lo que les corresponde antes que su hija. Llegaron tarde. Una vez más, Paula se les adelantó y retiró los 12 mil 900 pesos que esperaban con ansias para poder comer y atender sus necesidades básicas.
Fue el golpe final. Cansados de sufrir en silencio, decidieron denunciarla. Elementos de la Policía Municipal les brindaron apoyo y los acompañaron a presentar la denuncia formal ante la delegación de la Fiscalía en Ciudad Valles. Mientras tanto, los Servidores de la Nación procedieron a la cancelación del plástico para evitar que la hija vuelva a robarles el próximo bimestre.
El caso de Don Benito y Doña Aurora es un grito de auxilio. Una historia de abuso, de impunidad y de un sistema que no siempre protege a quienes más lo necesitan. Hoy, ellos esperan justicia, pero sobre todo, anhelan recuperar lo que con años de vida y sacrificio les pertenece: su dignidad.
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