Las heridas emocionales de la infancia son una lesión afectiva, debido generalmente a experiencias negativas, o así interpretadas, dejando huella, si bien, hay infancias relativamente felices, casi todos hemos pasado por una situación que nos ha dejado una cicatriz en nuestra personalidad.
Recuerdo que en la universidad una maestra que trabajaba como psicóloga infantil nos decía: “A mi me gusta trabajar con niños, incluso cuando mi consultante es un adulto, todos traemos de la mano al niño herido de nuestra infancia”.
Cinco heridas emocionales de la infancia son el miedo al rechazo, el miedo al abandono, herida de humillación, herida de injusticia y el miedo a confiar o herida de traición.
Miedo al rechazo esta es una de las heridas más profundas ya que es un rechazo hacia nuestros pensamientos, sentimientos, nuestro amor o hasta a nuestra persona, partiendo de experiencias de no aceptación por parte de padres, familiares o amigos.
El miedo al abandono, esta herida es creada por la falta de compañía, afecto y protección, esto marca tanto que sienten un temor extremo a quedarse solos o están en constante vigilancia para no ser abandonados, en muchas ocasiones esta herida causa dependencia emocional.
La herida de humillación se genera cuando el niño siente desaprobación y critica por parte de sus padres o cuidadores, afectando directamente en su autoestima, incluso cuando se llega a ridiculizar al niño este creará una personalidad dependiente, de adulto suelen tener problemas para expresarse, y tiende a considerarse inferior a los demás.
La herida de injusticia se abre a partir de padres muy autoritarios, rígidos y fríos, esta exigencia constante genera sentimientos de ineficacia, inutilidad e injusticia en el niño, estos adultos se ven caracterizados por ser igual de rígidos, no son capaces de aceptar el punto de vista de otros y creen en sus juicios morales como si fueran verdades absolutas.
Y por último, el miedo a confiar o herida de traición, ésta surge cuando el niño se siente traicionado por sus padres, hace poco vi el claro ejemplo de esto en un video en redes sociales, era una madre utilizando un filtro de un monstro mientras se grababa con su hijo, esto al niño le causo mucho impacto y miedo, y aunque pareciera una broma sin malicia, esto ya creo en el niño una herida de traición, el niño piensa: “como es posible que mi madre me cause un terror así” generando así un sentimiento de desconfianza.
En la próxima columna veremos qué hacer para sanar estas heridas de la infancia y así poder tener una mejor calidad de vida y relaciones, y claro cómo evitar generarles estas heridas a nuestros pequeños, gracias, seguiremos informando.
Estefanía López Paulín
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