En la mañana del lunes 4 de septiembre, los habitantes de la Ciudad de México y otras regiones de México fueron testigos de un fenómeno celestial fascinante: un halo solar, un arco de colores que rodeaba el Sol. Aunque este evento puede parecer misterioso, es completamente seguro y se debe a fenómenos atmosféricos naturales.
El halo solar es un fenómeno óptico atmosférico en el que un círculo o semicírculo luminoso rodea al Sol, similar a un arcoíris. Este efecto se produce debido a la interacción de la luz solar con partículas de agua congelada en la troposfera, la capa más cercana a la superficie terrestre, a unos 10 kilómetros de altura. Los cristales de hielo presentes en nubes delgadas y altas, conocidas como cirros, son los responsables de crear este espectáculo impresionante.
La NASA explica que estos cristales de hielo están orientados al azar en las nubes cirros, y los halos circulares de 22 grados son visibles con mucha más frecuencia que los arcoíris. La formación de halos solares es un ejemplo de cómo la luz solar se refleja y refracta en cristales planos de hielo de agua de seis lados en la atmósfera de la Tierra.
Es importante destacar que los halos solares no están relacionados con la cantidad de radiación o energía que emite el Sol, ni son indicativos de otros fenómenos naturales como terremotos. No existe evidencia científica que vincule los halos solares con eventos sísmicos. Por lo tanto, los halos solares son fenómenos naturales inofensivos que se producen debido a las condiciones atmosféricas específicas.
En general, la aparición de halos solares suele estar asociada con la llegada de tormentas eléctricas y lluvias. Esto se debe a que las nubes cirroestratos que contienen cristales de hielo se extienden ampliamente en el cielo y están ubicadas aproximadamente a 12 kilómetros sobre la superficie. Sin embargo, la predicción de lluvias basada en la presencia de halos solares es un proceso que puede llevar varios días de evaluación por parte de expertos en meteorología.
Los halos solares son un fenómeno óptico natural asombroso que se debe a la interacción de la luz solar con cristales de hielo en la atmósfera. No representan ningún peligro para la salud y no están relacionados con eventos sísmicos. Los ciudadanos pueden disfrutar de este espectáculo visual único con tranquilidad, sabiendo que es una manifestación de la naturaleza.
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