Haití se encuentra sumido en una grave crisis política y económica, exacerbada por el terror impuesto por bandas armadas que se han fortalecido en las últimas semanas. Esta situación ha agravado aún más el ya deteriorado sistema sanitario del país, con decenas de centros de salud cerrados.
En lo que va del año, según la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, han muerto 1,554 personas y 826 han resultado heridas en Haití. Esta emergencia sanitaria ha desencadenado una advertencia sobre la escasez de suministros médicos, incluida el agua, lo que podría provocar brotes de enfermedades infecciosas como el cólera.
Organismos internacionales como la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) alertan sobre la dificultad de acceso a los departamentos, lo que obstaculiza la distribución de equipos médicos y sanitarios. Además, solo tres hospitales están operativos en Puerto Príncipe, donde el 90% del territorio está bajo el control de bandas armadas.
La violencia armada ha obligado a más de 33,000 personas a abandonar Puerto Príncipe en menos de dos semanas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Los niños son las principales víctimas de esta crisis, sufriendo graves consecuencias en su salud mental y física.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advierte sobre el aumento de la desnutrición aguda grave entre los niños, con 1.64 millones de personas enfrentando inseguridad alimentaria aguda en Haití. Esta situación se ha agravado desde el pasado 29 de febrero, cuando las bandas armadas intensificaron sus acciones para pedir la dimisión del primer ministro.
La comunidad internacional sigue atenta a la situación en Haití, instando a una respuesta urgente para abordar la crisis humanitaria que afecta a millones de personas en el país caribeño.
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