El cortisol es una hormona esteroidea producida por la glándula suprarrenal (Ubicadas encima de cada riñón) en respuesta al estrés, ya sea físico o emocional, y desempeña un papel crucial en el organismo, pero su exceso o déficit puede tener efectos negativos.
Y aunque mucho se le ha condenado al cortisol, la realidad es que, como toda hormona en nuestro cuerpo, cuando se encuentra en equilibrio la producción de ésta tiene beneficios y cumple una función, pero es cuando empieza un desequilibrio donde podemos empezar a notar algunos síntomas no muy agradables.
Cuando el cortisol se encuentra en un nivel “normal” esta hormona nos ayuda en:
Regulación del metabolismo: Ayuda a liberar glucosa almacenada en el hígado y músculos.
Respuesta al estrés: Ayuda a responder al estrés, aumentando la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Regulación del sistema inmunológico: Ayuda a reducir la inflamación y a regular la respuesta inmunológica.
Mantenimiento del equilibrio hidroelectrolítico: Ayuda a regular la cantidad de sodio y potasio en el cuerpo.
Cuando existe un exceso de cortisol en nuestro organismo podemos notar algunos efectos, como:
Aumento de peso: Especialmente en la zona abdominal.
Problemas de sueño: Insomnio o fatiga crónica.
Ansiedad y depresión: Alteraciones en el estado de ánimo.
Problemas digestivos: Úlceras, acidez estomacal, diarrea.
Pérdida de masa muscular: Debilitamiento muscular.
Problemas de piel: Acné, rosácea.
Disminución de la función inmunológica: Mayor susceptibilidad a enfermedades.
Mientras que, si nuestros niveles de cortisol son demasiado bajos podemos experimentar síntomas como:
- Fatiga crónica: Debilidad y cansancio extremo.
- Pérdida de peso: Sin motivo aparente.
- Problemas de piel: Sequedad, debilidad.
- Disminución de la presión arterial: Hipotensión.
- Problemas de memoria y concentración.
Pero, ¿cuáles son las razones por las cuales podemos tener una alteración en nuestros niveles de cortisol?:
- Estrés crónico.
- Trastornos de la glándula suprarrenal.
- Uso de medicamentos esteroideos.
- Enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión).
- Falta de sueño.
Sin embargo, como todo aquello que puede desequilibrarse, puede volver a su equilibrio, por medio de distintas formas como:
- Ejercicio regular.
- Meditación y técnicas de relajación.
- Sueño adecuado (7-8 horas).
- Dieta equilibrada.
- Evitar el estrés crónico.
Es importante que dejemos de satanizar las respuestas que tiene nuestro organismo al desbalance de nuestras hormonas, estos síntomas son un llamado de atención de nuestro cuerpo para volver a ese equilibrio y purgarnos de aquello que nos está perturbando.
Estefanía López Paulín
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