Vaya madrazo navideño el del pasado 20 de diciembre. México perdió ante tribunales su batalla para vetar el maíz transgénico frente a la voracidad de USA y Canadá.
Claudia Sheinbaum anunció un día después que se establecerá en la Constitución la prohibición del maíz transgénico en México.
Se pasaron por las armas la evidencia científica de que el glifosato (pesticida) es de riesgo para la salud y la biodiversidad.
Lo que pasa es que en el «panel de expertos» del TMEC, son expertos en mercado, no en medio ambiente o científicos. Pesa mucho más el dinero de Monsanto que la importancia de la riqueza bio cultural.
¿Cuál es el riesgo de que se permita el maíz transgénico?
Uno. Que desaparezcan poco a poco las 64 razas de maíz mexicano.
Dos. Que los polinizadores reproduzcan el gen del maíz transgénico y se generalice; es decir se vuelva un monocultivo.
Tres. Esto también modificaría al propio polinizador (murciélago, abejas, moscas), con efectos que aún desconocemos pero seguro dañinos.
Cuatro. Nuestra tradición ancestral del maíz habría concluido en unas décadas.
Cinco. Los sinvergüenzas de las empresas como Monsanto y Bayer reclamarán «comercialmente» su gen en el nuevo maíz mexicano. Los miserables habrán usado a los polinizadores naturales para lograrlo.
Seis. Ya no habrá maíz milenario e irá desapareciendo la tradición cultural culinaria. Se irá perdiendo porque cada una de las 64 razas de maíz mexicana son usadas para cocina y en usos distintos.
Sin maíz, no hay país. Suena a slogan, pero también suena a realidad.
Yo apoyo a que quede establecido en la Constitución la prohibición del maíz transgénico y del uso de sustancias como el glifosato.
Seguiremos informando.