Guardamos en la mente buenos recuerdos, que, sin darnos cuenta, esas escenas que por mucho tiempo vivimos quedaron en el pasado, divididas por un huracán de maldad y violencia que azotó a Matehuala, ¿En qué momento pasó? si al recordar las estampas de felicidad no se puede entender en dónde está la división del antes y el después.
¿Quién no recuerda los gritos de su mamá, de su abuelita pidiendo una silla para sentarse “afuerita”? las banquetas lucían esos asientos de mecate, algunos hechos por las manos de los abuelos; las calles guardando los gritos de “la palomilla” que, entre risas, brincaba, corría, se divertía.
Existía algo llamado…tranquilidad, con el paso del huracán, se perdió lo que antes conocíamos como “Paz”, a ella la caracterizaba ser acompañante de muchas personas que gustaban de caminar, a todas horas por las calles de Matehuala.
Cuántos, ahora esposos, papás, abuelos, no practican el ¿Te acuerdas de…? Con los de su generación, cuántos no caminaron por calles solitarias, oscuras, después de despedirse de la novia o de visitar a los amigos.
La frase “a qué horas sales por el pan”, aplicaba a la perfección en los años bonitos de Matehuala, era el pretexto perfecto para conquistar… sí, porque las panaderías y demás negocios podían abrir sin temor de que alguien estuviera esperando un momento de soledad para robar.
Las madrugadas, después de salir de “la disco”, veían, por calles céntricas, a cientos de jóvenes transitar hacia sus casas, el último pensamiento que pasaba por la mente era ser víctima de asaltos, aunque sí existían era lo menos común.
La nota roja no era conocida, poco a poco los delitos se fueron arraigando en Matehuala, y tristemente en la juventud, hasta llegar a envolver al municipio en un peligroso nido de violencia.
Ya no hay abuelitos y papás viendo a sus hijos jugando a media calle, ya no hay puertas abiertas ni saludos de caminantes, el huracán se llevó todo a su paso, silenció las risas nocturnas y dejó en penumbras la paz de Matehuala.
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