Muchos no lo quieren, no es el Santo de su devoción, pero a él, esto no le afecta. A fin de cuentas ha ganado la elección de gobernador. Su triunfo ha sido avalado por la autoridad electoral, así que Ricardo Gallardo Cardona es el nuevo gobernador electo.
439 mil 343 votos le dan el derecho a gobernar a partir del próximo 26 de septiembre. Su más cercano competidor, Octavio Pedroza Gaytán, obtuvo 386 mil 682 mil sufragios.
Ante estos resultados algunos de los principales actores políticos han empezado a mostrarse conformes con la nueva realidad y ya han tenido un acercamiento con el futuro gobernador. Varios lo han hecho sin ningún recato y de manera oportunista (“Ese pollo quiere maíz”, diría Don Porfirio Díaz). Son expertos en el refinado arte de la maroma política. Incluso hay excandidatos (a) que ya se apersonaron para levantarle la mano y expresarle su adhesión: “Con usted hasta la ignominia Señor Gobernador”. Otros más han preferido hacerlo de manera discreta, sin estridencias ni protagonismos. Todos están pensando en su futuro. No quieren quedarse afuera del nuevo arreglo político que ha empezado a tejer Ricardo Gallardo Cardona.
«Gallardistas», «‘fifís'» y “chairos”.
El gobernador electo está consciente de la polarización social que ha provocado la pasada contienda electoral. Por ello ha emprendido una “operación cicatriz”. Sabe que la pradera esta seca y que cualquier chispa puede provocar un incendio. Gallardo quiere evitar maleficios que perturben la gobernabilidad. Durante las campañas políticas se abusó de la propaganda negra. Las guerras de lodo agraviaron a muchos competidores. Reputaciones personales y familiares se dañaron y eso sí calienta. Por eso el nuevo gobernador está empeñado en darle la vuelta a esta página de la historia política reciente. Su llamado a la reconciliación es una buena señal. Ricardo Gallardo quiere inaugurar un nuevo ciclo de vida política en el que se alcance un horizonte de plenitud en el que el lobo dormirá junto al cordero. Por eso para él la guerra de tribus debe terminar. El gobernador electo ha decretado el fin de la “Gallardía” y la extinción de la pugna entre “Fifis” y “Chairos”.
Como aspiración es impecable. Pero la realidad es que Gallardo porta en su pecho la insignia del proyecto de la Cuarta Transformación que impulsa el presidente de la república y eso genera controversia. No hay que olvidar que en San Luis Potosí casi la mitad de los electores votaron en contra de ese proyecto.
Se espera una transición de terciopelo.
Uno de los primeros en reconocer que Ricardo Gallardo Cardona había ganado la elección fue el gobernador Juan Manuel Carreras. Al doctor en derecho le ha de haber dolido en el alma comprobar que su estrategia falló, que su proyecto de continuidad fue derrotado. Pero haciendo de tripas corazón y actuando con una ética de responsabilidad velozmente se sentó con Ricardo Gallardo para acordar un proceso de transición de terciopelo. Carreras no quiere problemas con quien a partir del 26 de septiembre ocupará Palacio de Gobierno. El actual gobernador le ha manifestado a Ricardo Gallardo que está dispuesto a «hacer las cosas bien» en lo que resta de la administración 2015-2021. Pero una vez que El Pollo, que resultó ser buen gallo, se siente en el trono será un misterio saber lo qué hará con aquellos que lo agraviaron en forma mezquina. ¿Habrá cacería de brujas, Chivos expiatorios, vendettas, persecución selectiva de funcionarios corruptos? Pronto lo sabremos.
Mientras tanto Gallardo se maneja con mucha mano izquierda. Se le escucha conciliador y magnánimo. Afirma que va a trabajar de la mano con todos los que fueron candidatos de los diferentes partidos: “Ya me senté con cada uno de ellos, traen proyectos increíbles para turismo, para cultura, los vamos agregar al programa de gobierno (…) vamos a llevar a cabo todas las ideas de los candidatos». De manera especial se ha comprometido a coordinar esfuerzos con Enrique Galindo Ceballos, presidente municipal electo, con el propósito de recuperar al Interapas para garantizar el abasto de agua potable en la capital y resolver el complejo problema de la movilidad en la Zona Metropolitana.
Previo a su toma de protesta, Ricardo Gallardo suma y multiplica apoyos, hace promesas, se muestra conciliador.
Así ha iniciado el ascenso a la cima el nuevo Tlatoani. Esperamos que el poder no lo mareé, que el canto de las sirenas no lo haga estrellarse contra los acantilados.