Mientras muchos de sus compañeros en Gobierno del Estado siguen sus labores normalmente, el contralor general Gabriel Rosillo Iglesias ya comenzó las vacaciones y, en pleno horario laboral, dejó su oficina y se fue a la tienda BestBuy a realizar sus compras navideñas, al puro estilo del también rechoncho tesorero del Ayuntamiento, Rodrigo Portilla. Sin una sola preocupación, recorrió los pasillos en busca de los regalos para toda su parentela.
Aprovechando que se acababa de zampar unos chilaquiles en el Toks, Rosillo se dio un paseo por las tiendas de la plaza Citadella. Sin importar que eran poco después de las 11:00 de la mañana, hora en que se esperaría estuviera en la Contraloría, decidió que comenzaría a comprar unos regalitos para estas fiestas decembrinas en BestBuy.
Con la barriga más que llena por el desayuno, las manchas de salsa en los bigotes, y ya con los estragos de las primeras posadas encima, Gabriel Rosillo recorrió los pasillos de la tienda, se puso a jugar con los videojuegos en exhibición. Muy quitado de la pena, veía cada celular en venta para ver cual le convenía más, sin preocuparle las observaciones que, el mes pasado, le hizo la Auditoria Superior de la Federación por más de 3 mil 500 millones de pesos de libre disposición que aún no logra resolver.
Mientras el gobernador Carreras acude a la posada con los medios y al informe del presidente magistrado Juan Paulo Almazán Cue, don Gabriel aparenta ya estar de vacaciones y que ya nadie lo moleste hasta el 2020, en lugar de estar al pendiente y cerrar el ejercicio fiscal del 2019 sin ningún sobresalto.
Cuando intentamos buscarlo en su oficina en la Contraloría, sus trabajadores no se sorprendieron de que haya sido visto realizando sus compras. Aseguraron que “casi nunca está” pues se la vive de viaje y, cuando llega a aparecerse, se está un rato, pide su desayuno y luego se va a descansar plácidamente a su casa o a pasearse al jardín de Tequis.