La música es un puente que conecta almas y generaciones. En breves segundos, la melodía de una canción puede viajar por tus memorias y transportarte a un mundo nuevo, aunque también puede llevarte a lugares que ya hace mucho habías dejado en el pasado. La noche de hoy, en la Plaza de Fundadores, miles y miles de potosinos lograron transitar ese viaje musical guiados por Emmanuel, quien fiel a su estilo entregó con potencia hasta el último aliento de su voz a todos aquellos que se unieron con él en esta magna presentación dentro del Festival San Luis Primavera.
Desde el mediodía, la Plaza de Fundadores fue llenándose poco a poco. Mientras las horas del día avanzaban, más y más personas abarrotaron por completo la plaza, provocando incluso un colapso de varias horas en el Centro Histórico, haciendo casi imposible circular por la zona. El cantante logró detener el tiempo en San Luis por varias horas.
Llegaron las 20:00 horas de la noche y la gente no podía más con la emoción. Entre la casi oscuridad de una total noche acompañada por una bella luna llena que no podía ser más perfecta, la música comenzó. Apenas emanaron los primeros acordes de la canción y todo estalló. Un mar de voces se unieron al coro de Emmanuel. El estrés de la gente, el mal genio provocado por el calor que permeó en la capital horas antes y el viento que en ese momento puso a temblar a varios necios que dejaron sus abrigos en casa, todas esas peripecias se esfumaron. Por una hora entera, la gente viajó dentro de la música, nada podía perturbar la armonía musical.
A mitad del concierto, Emmanuel abrió su corazón a todos los potosinos. Relató cómo la comunidad lo acogió en sus ya lejanos inicios, cuando encontró en San Luis un lugar para recuperarse de las heridas de una fugaz carrera como torero, y cómo su corazón fue robado por una bella potosina, un amor que no logró florecer, ya que la bella chica no le abrió su corazón.
Después de esa breve y nostálgica reflexión, Emmanuel continuó el concierto entonando uno de sus más bellos himnos, «Este terco corazón». La canción llegó en el momento perfecto. En el mar de gente se lograba ver cómo señoras y señores derramaban lágrimas al escuchar las palabras que el artista interpretaba. El público más joven no era ajeno a ese sentimiento, también había lágrimas en sus rostros. Todos tienen su propia historia en la que la necedad y el amor fueron más fuertes que la razón.
Los potosinos siguieron coreando y entregándose a las melodías de Emmanuel. Ellos hubieran querido que esa noche fuera eterna, pero el concierto tenía que llegar a su fin. Apagar los amplificadores, colgar el micrófono, guardar las butacas y terminar el viaje, un viaje lleno de emociones y recuerdos de toda una vida al compás de la voz de Emmanuel.
Por último, de forma casi poética, el artista le regaló a los asistentes una última canción, «¿Cómo quieren que la olvide?». Las miles de voces que abarrotaron la Plaza de Fundadores cantaron al unísono esta última melodía, marcando el final de una noche que nadie olvidará.
Seguiremos informando.