
Durante décadas, la ciencia ficción nos ha mostrado mundos con dos soles y paisajes bañados por una doble luz crepuscular, pero ahora la realidad parece alcanzar a la fantasía. Un equipo de astrónomos ha descubierto un exoplaneta que orbita alrededor de dos enanas marrones, conocidas como “estrellas fallidas”, en una órbita completamente perpendicular al plano de rotación de sus anfitrionas. Este raro sistema, ubicado a unos 120 años luz de la Tierra, desafía las nociones tradicionales sobre la formación y dinámica de sistemas planetarios.
A diferencia del emblemático planeta Tatooine de Star Wars, cuyo planeta orbita dos soles en un plano alineado, el nuevo exoplaneta describe una órbita en ángulo recto respecto al plano de rotación de las enanas marrones, un fenómeno nunca antes observado. Las enanas marrones son objetos intermedios entre estrellas y planetas gigantes, que no generan suficiente presión para iniciar la fusión del hidrógeno, pero aun así actúan como el centro de gravedad para este mundo peculiar. La detección fue posible gracias a avanzadas técnicas de observación en infrarrojo y análisis espectroscópicos que identificaron leves oscilaciones en la luminosidad de las estrellas.
Este tipo de órbita polar extrema desafía los modelos establecidos que asumen que los planetas se forman en discos protoplanetarios alineados con el plano ecuatorial de sus estrellas. Los científicos sugieren que la configuración inusual podría deberse a interacciones gravitatorias violentas, colisiones tempranas o la influencia de un tercer objeto invisible, lo que indicaría una historia de formación mucho más turbulenta de lo previsto. Además, la dificultad para detectar planetas alrededor de enanas marrones hace que este descubrimiento sea aún más sorprendente.
El hallazgo, publicado en la revista Nature Astronomy, abre nuevas vías para entender la formación y evolución de sistemas planetarios y podría obligar a revisar los manuales científicos si se encuentran casos similares en el futuro. Este descubrimiento demuestra que el universo está lleno de sorpresas y que las leyes que rigen el cosmos pueden ser desafiadas incluso en órbitas que parecían imposibles, ampliando nuestra visión sobre la diversidad y complejidad de los mundos más allá de nuestro sistema solar.