Durante el siglo XIX, aproximadamente en los años 50 en la ciudad de Durango nació una historia de amor entre un soldado francés y una monja, quienes a pesar de que sabían que lo suyo era imposible, ellos lucharon por estar juntos, sin embargo el destino les tenía deparado un trágico final.
Beatriz era una hermosa joven de cabello rubio y ojos azules, que había decidido ser monja para entregar su vida en cuerpo y alma a Dios. Un día desde su dormitorio, Beatriz vio a un apuesto soldado francés llamado Fernando quien caminaba frente a su convento y en cuanto sus ojos se cruzaron se enamoraron a primera vista.
Desde ese momento y sin nunca haber cruzado una palabra, ellos tenían una cita todos los días a la misma hora; él pasaba frente al monasterio para admirar la belleza de Beatriz aunque sea solo unos segundos mientras ella lo miraba desde su ventana.
Por azares del destino, una madrugada tocaban la puerta del convento insistentemente, cuando Beatriz apareció en la entrada, encontró a Fernando bañado en sangre, el soldado de quien estaba profundamente enamorada. Le dio alojamiento y curó sus heridas con gran delicadeza, pero temía que si salía a las calles lo matarían, así que lo escondió en su cuarto por unos días mientras recuperaba sus fuerzas.
Durante ese tiempo los enamorados vivieron plenamente el amor, a tal grado que Beatriz estaba dispuesta a dejarlo todo por él, pero aún no era el momento, pues la intervención francesa había terminado y Fernando tenía que irse, no sin antes prometer que el regresaría por ella.
Desafortunadamente Fernando nunca iba regresar, pues fue fusilado junto a su tropa por el ejército mexicano no obstante, Beatriz nunca se enteró; ella todos los días le pedía a Dios que Fernando regresara, pero eso simplemente nunca pasó .
Con gran esperanza la monja subía todos los días al campanario de la catedral para ver si veia su amor; sin embargo la espera no duraría para siempre, pues una mañana Beatriz fue encontrada muerta en el piso de la catedral. Se dice que la noche anterior la monja se suicidó arrojándose desde el campanario.
La leyenda cuenta que el alma de Beatriz aún deambula en la catedral y en las noches se puede ver la silueta de una monja vestida de blanco, quien desde el campanario mira hacia el horizonte, esperando reunirse con su amor.