Siete estados bisagra son clave en la elección presidencial del 5 de noviembre en Estados Unidos donde se juega su futuro. Pensilvania, Michigan y Wisconsin, conocidos como el Cinturón Industrial con una presencia importante de manufactura y feudos sindicales será una región determinante en el resultado final. Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada conocidos como el Cinturón del Sol completan la lista.
Las campañas han sido atípicas. Joe Biden fue el segundo presidente en la historia de ese país en renunciar a la reelección. Trump enfrenta cuatro procesos judiciales simultáneos (por ocultar archivos nacionales, por acoso sexual, por influir en el resultado electoral y por fraude fiscal) pero está habilitado para volver a la Casa Blanca.
La irrupción de Kamala Harris supuso un bálsamo cuando se pensaba que los republicanos tenían el camino despejado. La Convención Nacional Demócrata que la nominó candidata en Chicago en agosto resultó un éxito, lo mismo que su desempeño en el único debate sostenido entre ella y el magnate inmobiliario el 10 de septiembre. Sin embargo, la diferencia en los sondeos se estrechó significativamente y hoy la elección se ha cerrado.
Es probable que la razón por la que Harris se haya estancado en las preferencias responde a su posición con respecto al gobierno de Biden del que ella formó parte; no se ha desmarcado porque sería una impostura política. Para el público en cambio, la atropellada salida de tropas de Afganistán (que muchos consideran humillante), la respuesta a la crisis migratoria (2.5 millones de personas fueron detenidas en la frontera en 2023) y el comportamiento de la economía tras la pandemia (aun cuando la inflación se ubica en 2.4%) son suficientes para reprobar al gobierno de Biden.
Harris y Trump mantienen discursos monotemáticos en plena campaña. La demócrata se opone a la prohibición del aborto en todo el país, después de que la Suprema Corte eliminó la disposición que garantizaba ese derecho. 14 estados lo prohíben de forma terminante y en otros se condiciona severamente. Migración y economía son los temas de batalla del republicano: promete deportar masivamente a “migrantes ilegales”; eliminar el impuesto a las propinas y rebajar el ISR. Y sostiene que aplicará aranceles del 100% a los autos eléctricos, especialmente si se ensamblan en México.
En las últimas semanas se publicaron una avalancha de encuestas. Todas muestran un apoyo mayoritario de mujeres a Kamala y, nuevamente, de hombres blancos sin estudios universitarios a Trump. 60% de la comunidad latina apoya a la vicepresidenta y un porcentaje nada despreciable de la comunidad afroamericana al magnate. Todas coinciden en señalar que a nivel nacional Kamala ganará el voto popular, pero podría perder el Colegio Electoral. Un chiste racista sobre Puerto Rico en un acto de Trump en Nueva York ha indignado a los votantes latinos y ha prendido las alarmas en su cuarto de campaña.
Lo insólito de esta campaña es que las medias verdades, los sofismas, el discurso xenófobo, racista y misógino del candidato no han tocado su imagen. Al contrario, el mundo mira con asombro la probabilidad real del retorno al poder de un personaje empeñado en socavar la democracia, las instituciones y los fundamentos de una nación que se considera un referente político. Sería una mala noticia para el resto del mundo y también para México.