En los últimos años, científicos y teóricos de diversas disciplinas han comenzado a explorar una intrigante hipótesis: que Marte podría haber sido alguna vez un planeta similar a la Tierra, con océanos, ríos y una atmósfera densa, pero que experimentó una catástrofe apocalíptica que acabó con toda forma de vida y dejó al planeta en el estado desértico y estéril que observamos hoy en día.
Las principales hipótesis detrás de esta teoría señalan que, hace miles de millones de años, Marte poseía condiciones que pudieron haber favorecido la vida. Evidencias recientes de la NASA y de misiones como la del rover Perseverance muestran signos de antiguos cauces de ríos y lagos en la superficie marciana. Los investigadores creen que estos cuerpos de agua fueron parte de un ciclo hidrológico que sustentaba una atmósfera lo suficientemente densa como para proteger la superficie de la radiación espacial.
¿Una gran catástrofe?
Los defensores de la teoría postapocalíptica sugieren que Marte sufrió un evento de gran magnitud, como el colapso de su campo magnético, lo cual habría permitido que los vientos solares eliminaran la mayor parte de su atmósfera. Esto, a su vez, habría dejado al planeta vulnerable, secando sus océanos y exponiéndolo a una radiación que resultaría mortal para cualquier forma de vida compleja.
Otros expertos señalan que impactos de meteoritos de gran tamaño pudieron haber contribuido a este colapso. Según esta hipótesis, Marte pudo haber tenido vida microbiana o incluso formas de vida más complejas en sus etapas iniciales, pero los eventos catastróficos hicieron que la atmósfera y los recursos esenciales para la vida desaparecieran rápidamente.
Futuras misiones para confirmar la teoría
Las agencias espaciales, como la NASA y la Agencia Espacial Europea, están desarrollando misiones que buscan obtener muestras del subsuelo de Marte. Estas muestras podrían revelar restos de compuestos orgánicos o señales de antiguos microorganismos, lo que fortalecería la teoría de que Marte pudo haber albergado vida en el pasado.
Sin embargo, algunos expertos advierten que, aunque esta teoría resulta emocionante, hay que tomarla con cautela y recordar que aún queda mucho por investigar.
