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Abordaron entresijos del Códice Florentino durante evento del centenario de la toma de Tenochtitlan

Connotados especialistas abordaron los entresijos del Códice Florentino, referencia obligada por lo que supuso no sólo de conexión entre dos culturas, sino como apoyo al conocimiento de una de ellas: la nahua; razón por la que en octubre de 2015, esta magna obra colectiva, enciclopédica, ingresó al Registro Internacional del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, junto con el Códice Matritense, otra obra fundamental coordinada por fray Bernardino de Sahagún.

Las disertaciones sobre el Códice Florentino, llamado así por conservarse en Florencia, en la Biblioteca Medicea-Laurenciana, se dieron en el marco del seminario virtual “México-Italia: 500 años de diálogo cultural”, organizado por la Secretaría de Cultura y la Embajada de Italia en México, a través de los institutos Nacional de Antropología e Historia (INAH) e Italiano de Cultura.

Los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, Berenice Alcántara Rojas, Guilhem Olivier y Gabriel Kruell, así como Elizabeth Baquedano Mesa, de la Universidad de Londres, y Antonio Aimi, de la Universidad de Milán, participaron en las sesiones dedicadas a “Los códices prehispánicos y coloniales entre Italia y México”, transmitidas por el canal INAH TV.

Antonio Aimi, autor de La verdadera visión de los vencidos: La conquista de México en las fuentes aztecas (editado en español en 2009), consideró necesario revisitar bajo una perspectiva no literal, y con todo un trabajo de traducción e interpretación a cuestas, los libros VIII y XII del Códice Florentino que versan sobre la genealogía mexica, así como la conquista de Tenochtitlan y de Tlatelolco, hechos que este 2021 cumplen su quinto centenario.

De acuerdo con él, es necesario retomar los aspectos más auténticos de la cosmovisión indígena asentados en sus páginas, ya que “si consideramos los presagios del Códice Florentino, en contrapunto con los textos, la traducción de estas señales muestran que el texto es una mentira. No es un texto indígena. Eso es lo que explico en mi libro: la visión de los vencidos es una invención del mismo Hernán Cortés, que los propios vencidos terminaron haciendo suya a lo largo de 30, 40, 50 años, después de la conquista”, sostuvo.

En su opinión, la llave para comprender “la visión de los vencidos” está en la descripción de los presagios de la también llamada Historia general de las cosas de Nueva España. Estos deben ser analizados en el contexto de mestizaje cultural en que fueron revelados a los alumnos nahuas, ya cristianizados, de Sahagún, quienes en cierta medida “no tomaron en serio” estas revelaciones, considerando que la investigación tenía la mira fundamental de crear un instrumento apropiado para la predicación en la Nueva España de la doctrina cristiana, y para su debida conservación entre los naturales.

Los propios tlacuilos, una veintena que ilustraron estos pasajes, tampoco tenían los referentes iconográficos de sus antepasados, por ejemplo, “no sabían la forma que tenían los mexicas de representar un cometa, lo mismo que el ave zancuda con el espejo de obsidiana en que Moctezuma avistó la tragedia de su pueblo”.

El trabajo de los estudiosos, dijo, es leer entrelíneas la importancia de lo asentado por los informantes: cuál era la importancia del tlillancalmécac o sala oscura en que Moctezuma vio aquello; por qué era importante indicar que lo hizo pasado el mediodía; qué significado tienen los mamalhuaztli, el Cinturón de Orión que el gobernante vio a través de ese espejo.

Más aún, refirió, “Quetzalcóatl aparece como un dios marginal. El verdadero dios que explica todo, es Tezcatlipoca, ya que aparece 14 veces como emisor, considerando todos los presagios”.

Asimismo, Antonio Aimi comentó que usando una metodología estructuralista, también es llamativa la repetición de pasajes en partes del Códice Florentino donde no deberían aparecer. Por ejemplo el presagio que involucra al ave zancuda y que forma parte de la introducción a los sucesos de la conquista, tema del libro XII, también se encuentra en el libro VIII dedicado a la genealogía de los gobernantes mexicas, cuando se cita a Moctezuma.

“La repetición de estos pasajes tiene un sentido, mostrar que los presagios son el centro de la visión de los vencidos, por eso aparecen en el Códice Florentino donde no deberían estar”, reiteró.

Los partícipes de este conversatorio, hermanado con la campaña “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura, coincidieron en que Sahagún se adelantó cuatro siglos a los procedimientos puestos en práctica por los actuales etnólogos, y tampoco limitó su actuación a una sola ciudad, pues Tlatelolco, Tepeapulco y México fueron los principales lugares donde recopiló información.

Estas tareas iniciaron en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco en 1547, donde se rodeó de antiguos alumnos como Antonio Valeriano, Antonio Vegerano, Martín Jacobita, Pedro de San Buenaventura y Andrés Leonardo, que manejaban el castellano, el náhuatl y el latín. Pero el elenco de colaboradores lo constituyeron además informantes ancianos, médicos, pintores (tlacuilos) y, en general, aquellos que pudieran aportar conocimiento a la obra.

De esta manera fue estructurándose una obra inspirada en otras enciclopedias como la Historia Natural de Plinio, siguiendo un orden jerárquico que comienza con la descripción de los asuntos divinos, continúa con los humanos y termina con loa animales, vegetales y minerales.

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