
¿Se acuerdan que, a principios del pasado mes de febrero, las redes sociales se inundaron con la tendencia de #TenemosPresidenta? ¿Alguien sabe qué pasó? ¿Todavía tenemos? Lo pregunto porque ya no se siente el júbilo que tanto se presumió en esa ocasión, porque los aranceles que se frenaron en ese momento ya son prácticamente una realidad y, al final, México sigue con la pata gringa oprimiéndole el pescuezo.
No, no celebro que estemos en esta situación. Yo también quiero, anhelo con todas mis fuerzas gatunas, que a México le vaya bien y bonito, pero no es correcto que se hagan fiestas por agonías disfrazadas de triunfo. Claudia Sheinbaum prolongó la agonía de México, pero no erradicó la enfermedad. Hoy, ese mal regresa y, en su nuevo ataque, vuelve aponer en jaque a todo el país.
Seguimos en la incertidumbre y los discursos de que «A México se le respeta» no caen bien. No se ha logrado diseñar una sola estrategia efectiva para dar solución al problema que representan las decisiones de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Claudia quiere negociar, aunque sabe que no tiene nada qué ofrecer. Claudia quiere negociar sin tener ventaja, sin tener posibilidades reales de cambiar la balanza a su favor, de tomar la sartén por el mango.
Tener presidenta no ha sido de mucha ayuda para México, lo que convendría tener es estrategias firmes, planes efectivos, alternativas, opciones para salir de la incertidumbre. México no puede seguir con esta dependencia, bajo el yugo estadounidense; que si los aranceles, que si la intervención por cuestiones de inseguridad, que si esto, que si aquello. No se augura nada bueno en un escenario de este tipo.
Los aranceles y muchas otras medidas implementadas por el vecino país del norte limitarán el crecimiento de México y no se va a poder ocultar la crisis con discursos bonitos, con programas clientelares ni con tendencias ridículas en redes sociales.
Cavilaciones:
Primera: Que, con tacto de elefante, la senadora Verónica Rodríguez ha optado por morder la mano que le dio de comer. Según testigos, sin diplomacia y sin una pizca de gratitud, ya comenzó a golpear al presidente municipal, Enrique Galindo. La señora Rodríguez le ha dado donde le duele al edil, la señora Estela Arriaga, que es senadora suplente. Las expresiones que hace doña Vero de Estela escalan cada día a lo más grosero que se les ocurra.
Segunda: A propósito de los tejados del PAN, la senadora Verónica y el diputado Rubén Guajardo son tan viles que engañan a los jóvenes. Convocaron a renovación de la dirigencia de Acción Juvenil e instalaron a Martín Zacarías en el cargo pese a saber que, al no existir autoridad en el partido, no pueden hacer elecciones internas. Batallaron, pero se encontraron. Los porkis se juntan para rascarse. Lo malo es que juegan con los sentimientos de los muchachos. Se pasan, de veras ¡Miau!
Tercera: En el SEER, la cosa está que arde. Don Crisógono Sánchez Lara trae un desorden muy bien organizado y los maestros ya se cansaron de aguantar. Se andan despachando con la cuchara grande; secretarias que tienen plazas de maestras en secundarias, intendentes que cobran hasta por 40 horas ¿Será que no hay poder humano que ponga orden en ese sistema educativo?