Sara Rocha, dirigente estatal del PRI, y el alcalde de la capital, Enrique Galindo Ceballos, están “divorciados”. Las dos figuras principales del tricolor en San Luis Potosí se distanciaron porque tienen ayudantes muy torpes.
Sara, hay que decirlo, es una mujer muy astuta, se mantiene siempre en la jugada y no tiene escrúpulos a la hora de sentarse para conseguir lo que quiere. Enrique, por su parte, es un hombre hábil e inteligente, pero no se ha rodeado de los mejores perfiles, tan es así que, con cuatro expresidentes del partido como colaboradores, no fue capaz de tomar el control del Consejo Político Estatal y ni de la Comisión Política Permanente.
A Enrique, lo conducen a caminos pantanosos, un grupo de operadores huastecos un poco torpes y un trío de trepadores que no trabajan para su proyecto reeleccionista, sino para su propio futuro.
Del lado de Sara tampoco tiene gente de lo más brillante, pero, con Alito como su gran protector, la dirigente siente que lo sabe y lo puede todo con un equipo compuesto por sus hijos, su marido, Hugo Urbina, la esposa de éste y su cuñada.
Cuentan que, al rompimiento del sábado 26 de agosto, le antecedió una larga jornada de negociación que comenzó la noche del viernes 25. El objetivo era conseguir la Comisión Política Permanente y la Secretaría Técnica del Consejo Político. Con esa misión, llegaron los huastecos encabezados por Ángel de la Vega, gente muy cercana a Galindo, pero muy malita para hacer política.
Ángel y los tres huastecos se apersonaron con Sara Rocha, le dijeron que querían 13 asientos en la Comisión y la Secretaría Técnica. Sara les ofreció nueve lugares y la atesorada Secretaría, pero los hombres dijeron que NO, que todo o nada, porque esa era la orden, sin embargo, nunca consultaron a Galindo para saber si estaba de acuerdo.
Lo que pasó el sábado 26 ya todo mundo lo sabe; el alcalde intentó reventar la toma de protesta del Consejo, pero Sara lo consolidó contra viento y marea. Mal, pero lo hizo, e impuso a Alberto Rojo Zavaleta como el secretario técnico.
Lo que vino después fue un pataleo muy grotesco de Martha Orta que busca sacudirse el estigma torancista, además de la estridencia burda, a grito pelado, bastante naquito, del síndico del Ayuntamiento, Víctor Hugo Salgado, y de una funcionaria de poco rango, Margarita Hernández Fiscal.
Según los que hablan con ambos actores, Sara está molesta por el abucheo que recibió el domingo 3 de septiembre durante el evento convocado para celebrar que Xochitl Gálvez se convertía en la coordinadora nacional del Frente Amplio por México. Dicen que la misma Sara se percató de que eran Margarita, Víctor Hugo y un grupo de señoras las que le organizaron el regalito.
Por el lado de Galindo, se ha recurrido a recursos jurídicos, pero lo más grave es que siendo poco el amor, lo desperdician en celos. Sara es la dirigente del tricolor y, mientras Alito Moreno sea el dirigente nacional, ella es inamovible. Galindo, como un hombre con futuro y buena estrella, necesita al partido, aunque se sabe que tiene ofertas de MORENA.
Si Sara y Enrique mantienen la distancia, el divorcio, por diferencias irreconciliables, el alcalde capitalino tendrá que transitar por un camino de obstáculos que no necesita para lo que tiene en mente.
Cavilaciones:
Primera: A muchos sorprendió que Urenda Navarro, la encargada de defender los derechos humanos de la comunidad universitaria, fuera la elegida para explicar el tema de la auditoría que pretende realizar la ASE a la UASLP. La doctora en Historia y activista de género se metió a explicar cuestiones técnico administrativos y contables. Ni se supo explicar ni le entendieron los integrantes del Consejo Directivo Universitario, pero el mensaje dejó profundas interrogantes e intrigas en el máximo órgano de la máxima casa de estudios.
Segunda: Algo está pasando en las universidades y entidades académicas públicas y privadas. A algunas les están cerrando las puertas de diversas dependencias públicas para la aplicación de su servicio social. La lista de anomalías que están reportando es bastante larga.
Tercera: En Cerro de San Pedro, el padre de la alcaldesa trae un desorden muy bien organizado. El poder real en ese municipio es Paulino Nava. Su hija, Esmeralda Abigail, se da la gran vida viajando por el mundo mientras su progenitor hace de las suyas en el pueblo donde la ley es él ¿Les suena la historia?