
Lo que está pasando en la Carretera 57 exhibe una grave problemática que va en aumento, que no ha sido atendida y que, quizá, se está cometiendo con la complicidad de muchas autoridades, pues a ratos hasta parece increíble que nadie se tome la molestia de, por lo menos, desplegar un operativo efectivo para garantizar la seguridad de los miles de transportistas, particulares y turistas que transitan por esta ruta, una de las más concurridas de todo México.
Ayer, justamente, se dio a conocer el asalto a un autobús de pasajeros que provenía de los Estados Unidos. El atraco, para variar, ocurrió a la altura de Pocitos, donde han ocurrido muchos otros. Los maleantes, con ropa táctica y bien armados, abordaron la unidad con toda calma y amenazaron a los pasajeros para que entregaran todo lo de valor que trajeran.
Una vez que cometieron el delito, golpearon a varios de los pasajeros y dejaron un daño tremendo en sus víctimas, se retiraron sin que nadie pudiera detenerlos, como si se sintieran intocables y conscientes de que no les pasará nada. Así ha sido siempre, los delincuentes presumen impunidad, mientras que la ciudadanía se hunde en el pánico y el horror.
¿Cómo es posible que ninguna autoridad se dé cuenta? Han sido muchas las ocasiones en que se han registrado estos ataques y, peor aún, han ocurrido en la misma zona. Tengo que insistir, porque no me saco la idea de la cabeza, que las autoridades deben estar coludas. No le encuentro otra explicación. Es bien sabido que la zona es peligrosa, que la 57 es una ruta de horror, pero nadie, ni por error, hace algo para ponerle fin a esta constante que sigue tomando como víctimas a potosinos y foráneos.
Cavilaciones:
Primera: Las antenas de este felino aseguran que Rita Ozalia Rodríguez, presidenta estatal de MORENA en San Luis Potosí, de rodillas, le está rogando a Dios que la ponga a salvo de un escándalo mayúsculo relacionado con un magistrado que, de pronto, se convirtió en su Rasputín favorito. La historia completa la está escribiendo ya este humilde filósofo ¡Unos polvos del retiro y listo! ¡Miau!
Segunda: Una camioneta Tesla es la novedad en las inmediaciones de la colonia Moderna, zona ubicada entre av. Carranza y Cuauhtémoc. Se trata del vehículo del empresario y político, Gerardo Sánchez Zumaya, que se compró un «jacalío», por cierto, muy bonito, en una de esas pintorescas calles.
Tercera: En el Instituto de Fiscalización Superior andan reviviendo expedientes que, incluso, prescribieron hace cinco o 10 años. Parece que el titular, Rodrigo Lecourtois, aún no se da cuenta de que hay un grupo de auditores que no sólo le pican los ojos, sino que lo están colocando al borde de un peligroso precipicio ¡Grrrr!