¡Que alguien haga algo, deténganlos, se van a matar! Son los gritos que se oyen en varias Presidencias Municipales donde se han desatado verdaderas batallas campañas o vodeviles de a centavo, en vísperas de los cambios de gobierno y es que, según advierten, algunos ediles electos que ya se sienten con el poder suficiente para ir, mandar y mangonear a los que se andan despidiendo a pesar de que, hasta el momento, no tienen más que un anuncio en sus manos que los identifica como próximos representantes populares, trabajadores del pueblo.
Rodrigo Lecourtois, titular del Instituto de Fiscalización Superior del Estado, hizo un llamado a la paz, a la mesura y a la cautela luego de que se detectara que en varios municipios ya se estaban dando hasta con la cubeta. Lo cierto es que, de acuerdo con la ley, los alcaldes que están en funciones disponen aún de dos meses de trabajo que podrían emplear para limpiar la casa y no dejar tanto cochinero, mientras que las autoridades electas deberán esperar hasta octubre para que sepan lo que es bueno; que el pueblo les reclame por todo lo que no hacen, que sientan sobre sus hombros la responsabilidad de conducir un municipio.
Si bien, el conflicto es latente en varios municipios, son aquellos en donde hay alternancia donde las asperezas están a la orden del día, porque a los que llegan ya les urge adueñarse del poder, no para trabajar, sino para cobrar venganzas políticas. El trabajo y la gente se queda para después, si es que hay tiempo.
Pleitos similares se viven en municipios donde las diferencias del triunfo fueron mínimas o se logró vencer a los reeleccionistas; ahí, hay un doble interés. Los que perdieron tenían la esperanza de quedarse otros tres años, los que ganaron saben que tendrán excusas de sobra para no hacer nada. Bastará con que culpen a sus antecesores.
El pleito es grande, pero no por eso deja de ser pueril. Esos desesperados deben ser cautos porque la vara con que están midiendo puede ser la que apliquen contra ellos cuando estén sacando sus cositas de la oficina presidencial en unos tres años o seis si corren con suerte.
Cavilaciones:
Primera: Alguien no está haciendo bien las cosas en el Ayuntamiento de la capital. Si bien, tienen necesidad de recortar personal, los encargados de despedir trabajadores se están pasando de lanzas ¡Miau!
Segunda: Aprovechando el pleito que se traen asesores y diputados en el ocaso de la LXIII Legislatura, algunos aviadores comienzan a hablarle bonito a los nóveles diputados para mantener sus posiciones de privilegio. A río revuelto, ganancia de pescadores.
Tercera: El director del organismo operador del Agua en Matehuala, Juan Carlos Pérez, se sintió muy listillo; se presentó en el Congreso para promover una iniciativa que reforme el reglamento para eternizarse en el cargo en el cual tiene cinco años, mismo que usurpó durante algunos meses con la complacencia de los integrantes de la Junta de Gobierno. Pérez, cuñado del malogrado alcalde, Iván Estrada, ha gozado de impunidad pese a los evidentes actos de corrupción que ha cometido al frente del llamado SAPSAM. Lo bueno fue que los integrantes del Ayuntamiento lograron ponerlo en su lugar. A ver si el IFSE encuentra algo en la revisión del organismo, porque los auditores le andan haciendo al Tío Lolo.
