El contralor general del Estado, Sergio Arturo Aguiñaga Muñíz, fue pillado con gran despliegue de equipo de seguridad, de esos que no tenía ni Obama. El hecho alertó al secretario general de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez, durante una entrevista este jueves.
Las versiones aseguran que el contralor se volvió loco de importancia y creyó que traer dos agentes de seguridad para cuidarlo era algo que le daba imagen y glamur, peeeeeeero, según la ley, el contralor no está considerado entre los funcionarios con derecho a traer guardaespaldas. La naturaleza de su función, de hecho, tiene sólo que ver con el manejo y la disciplina interna en el Poder Ejecutivo.
Sergio Arturo Aguiñaga tuvo un desempeño regular como consejero jurídico, pero su migración a la Contraloría lo tiene en el ostracismo, de hecho, es poco lo que se sabe de su trabajo y de las actividades que está desarrolla, no en la vida pública, sino en la dinámica interna del Ejecutivo Estatal.
Cuando los reporteros le preguntaron al secretario general de la situación, a su estilo, Lupe Torres simplemente, dijo que el gallardato no va a permitir ni padrotes ni faroles, así que el contralor, tendrá que guardar sus fachas para otros tiempos porque, por lo pronto, dejará de tener un aparato de seguridad que lo haga ver importante.
Como diría Porky, lástima que terminó el festival de hoy.
Cavilaciones:
Primera: El delegado de la SCT Federal ya no ve lo duro, sino lo tupido, con la obra de la carretera Valles-Tamazunchale. Le quedan unos meses para terminarla
Segunda: Cuentan que hay muchos tiradores para ocupar el cargo de superdelegado del Gobierno Federal que Gabino Morales dejaría este fin de semana, pero solo es uno el elegido. Adivinen de quién se trata.
Tercera: A partir de hoy, entramos en modo Xantolo, actividades con motivo del Día de Muertos son lo único en la agenda de los mexicanos por estos días.