Sonia Mendoza Díaz ha levantado muchas expectativas para quienes se sienten excluidos del gallardato y del galindato, pero no todo es miel sobre hojuelas. La candidata del Partido Verde a la presidencia municipal de la capital potosina enfrentará una primera aduana; Morena.
En Morena, hay resistencias y no son cualquier cosa, no son un hueso fácil de roer, menos cuando Leonel Serrato trae en el costal (dice) 120 mil votos y no está dispuesto a obsequiárselos a la candidata del Verde, aunque lleve la bendición del gobernador, Ricardo Gallardo Cardona.
Se sabe que Leonel se entrevistó con el gobernador, líder real del partido ecologista en San Luis Potosí, hace algunas semanas y le dibujó un panorama realista del proceso electoral. En su perspectiva, le hizo saber al mandatario que estaba cometiendo algunos errores que podrían costarle la elección intermedia, pero Gallardo le rebatió con encuestas.
El Verde decidió elegir a la matehualense como su candidata y, como le toca siglar en la capital, no le ha visto mayor problema. Sonia está encarrilada y ha buscado diálogo con los liderazgos de Morena, pero, pese a su habilidad, no ha conseguido convencerlos de acompañarla a su proyecto político.
Sonia, es bien sabido, es una mujer audaz y está tejiendo relaciones firmes con el equipo de la candidata a la presidencia, Claudia Sheinbaum. Muestra de ello es el hecho de que, hace unos días, hizo publicar una fotografía que se tomó con ella durante una reunión en la Ciudad de México, pero eso no es suficiente para que las huestes morenistas del potosí le rindan lealtad.
Si la candidata a la alcaldía quiere el apoyo de Morena, tendrá que trabajar fino porque, como expanista, conoce la fuerza del voto duro de Acción Nacional que tiene puestas sus esperanzas en Enrique Galindo, quien tiene la experiencia y la capacidad para volver a ganar en la capital. El duelo no será sencillo.
Las siguientes semanas serán cruciales para que doña Sonia se gane las gracias de los morenos o, por el contrario, se llene de obstáculos el camino rumbo a la alcaldía.
Cavilaciones:
Primera: En el asunto del Tanque Tenorio, el Gobierno del Estado debe apretarle las trancas al director de la CEA, Benjamín Pérez Álvarez. El hombre es absolutamente ignorante de las consecuencias de la falta de operación de la planta y, por lo visto, también ignora que las consecuencias sanitarias más graves son para habitantes de Soledad. No puede, el inepto señor, engañar a nadie y menos al gobernador, porque dejar correr los días sin que la planta opere, pone en riesgo la salud de miles de personas y, enviar a personal de la dependencia a trabajar en el tratamiento de aguas residuales sin la debida capacitación, es un riesgo para sus vidas. Que alguien le diga que no se debe jugar así con la salud de los potosinos.
Segunda: En política, a veces, ganando pierdes y perdiendo ganas. Es el caso de Gilberto Hernández Villafuerte que se coló a la segunda fórmula para el Senado de la República por el Partido Verde. Don Gil es un hombre trabajador, pero en las esferas políticas consideran que Juan Carlos Valladares representaba muchos votos de los sectores tradicionales de San Luis Potosí. Los resultados hablarán el 2 de junio. Total, que en la repartición de candidaturas a diputaciones federales, se impuso el grupo del secretario general de Gobierno, Lupe Torres, por encima del que representa Nacho Segura, aún secretario de Desarrollo Social y Regional. Lupe se fue hasta la cocina con la imposición de Óscar Bautista en el Tercer Distrito con cabecera en Rioverde. Para empezar, Bautista tiene un historial más negro que una noche de brujas y, luego, tiene un pleito ancestral con Arnulfo Urbiola, que va por la reelección en la alcaldía rioverdense. Parece que, en la Zona Media, los del Verde quieren perder todo. Las otras fichas que coló Torres son: José Luis, “Chiquis” Fernández y Juan Carlos Valladares, que va como candidato por el Sexto Distrito con cabecera en la capital.
Tercera: El exdirector de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Carlos González, se queja amargamente de los señalamientos de violencia de género que ejerce sobre su sucesora. Como si él fuera la víctima. No se enoje señor exdirector. Encabrónese por sus actitudes que todos conocen y sea valiente para enfrentar abiertamente al rector Zermeño, porque es de cobardes pretender usar a una mujer para cobrar venganzas políticas. Tantita dignidad ¡Miau!