Como si se tratara de uno de los episodios más burdos y dramáticos de la Rosa de Guadalupe, la vida pública de Iván Estrada Guzmán, presidente municipal de Matehuala, ha tenido de todo en los últimos días; arrebatos desaforados, hondas amarguras, sendas preocupaciones y pírricas declaraciones que lo han metido en más problemas de los que ha solucionado con su gabinete municipal y con su equipo de abogados.
El inicio de su gobierno fue esa introducción genérica del capítulo donde los personajes son felices, pero algún atrevido intenta desafiar las propias leyes de la naturaleza, en este caso, de la administración pública. Se quiso pasar de listo, fue como ese iluso adolescente que reta a sus padres o que se escapa de casa para ir a perrear el reggaeton más cochino, así, cuando lo descubren, le dan un castigo ejemplar, pero este adolescente no aprendió y no sólo recayó, sino que se fue hundiendo.
Como alcalde, Iván se quiso poner al tú por tú con el gobernador Ricardo Gallardo asegurando que, por ser de oposición, lo hostigaban. Hizo lo mismo con la prensa, con asociaciones civiles, con los ciudadanos y hasta con aquellos que, alguna vez, fueron sus aliados. Ni cómo ayudarlo.
De golpe, sonaron los primeros compases de la Quinta Sinfonía de Beethoven para musicalizar este desastroso episodio y unos audios exhibieron su supuesta relación con grupos criminales cuando todavía no se callaba el eco que dejó el descubrimiento de una red de trata de migrantes en la que, quién sabe cómo, también terminó involucrado. Y desde ahí no ha parado esta pieza musical que va del drama al suspenso y al terror. El capítulo se perfila al momento cumbre.
Cuando parecía que todo iba a terminar y la Fiscalía lo citó para que diera su versión de los hechos que se le importaban, él solito se incriminó y prefirió buscar la manera de evadir la justicia. El muchacho se quiso hacer el rebelde de nuevo, pero de nuevo le dieron su «estate quieto» y le tumbaron todos sus argumentos. Con chancla en mano, más a fuerza que de ganas, lo llevaron ante la autoridad y no le quedó de otra más que ponerse flojito y cooperar mientras sudaba frío y pensaba que ya no volvería a ver la luz del sol, pero se el apareció la rosa y le dio una nueva oportunidad con la esperanza de que ya se porte bonito para que no vaya a terminar como sus amigos; detenidos.
Lo malo es que el capítulo todavía no termina, digamos que están los comerciales y no sabemos aún cómo se va a resolver este embrollo.
Cavilaciones:
Primera: El gato jubilado ya no sabe qué hacer. Fue a la Dirección de Pensiones y le dijeron que no hay titular y que todo está detenido. Luis Arturo Coronado Puente salió por piernas luego de ver el tamaño del problema. A ver si sale un valiente que quiera ir a enderezar ese entuerto.
Segunda: El gato fiestero detectó a varios funcionarios municipales de permanente parranda. Los encabezan, dicen, la siempre ausente jefa de aviadores, perdón, de asesores del Ayuntamiento capitalino, doña Bety Benavente.
Tercera. Para controlar la vialidad en la zona de la FENAPO, urge instalar un semáforo en los cruceros de Av Juárez con Periférico. El cruce de peatones será constante durante los días de feria, así que más vale prevenir que lamentar.