Arturo Graf, un viejo poeta europeo, afirmó, hace ya más de 100 años, que la política es, demasiado a menudo, el arte de traicionar los intereses reales y legítimos, y de crear otros imaginarios e injustos, palabras que, en pleno siglo XXI, no sólo se mantienen vigentes, sino que son una manera bastante clara, precisa, exacta, de describir el quehacer político.
Pongo a Graf sobre la mesa porque me ayuda a explicar lo que pasó este fin de semana; la guerra de declaraciones que protagonizaron el diputado federal plurinominal de Morena, Juan Ramiro Robledo Ruiz, y el exsecretario de Finanzas del Gobierno del Estado, Daniel Pedroza Gaitán, quienes, como si se tratara de dos adolescentes, ventilaron sus diferencias y se sacaron los trapitos al sol en Facebook. El motivo; diferencias políticas.
Fue Daniel quien lanzó la primera piedra afirmando que sentía una gran decepción y vergüenza de Juan Ramiro por haber impulsado la iniciativa en la que se plantea la desaparición de diversos organismos autónomos. Dijo que, por traicionar a la patria, se merecía el repudio y más, pero Juan Ramiro no se quedó callado y pronto respondió. Defendió sus ideales y, para demostrar que estaba enojado, le dijo a Daniel que se preocupara más por limpiar su historial, en referencia a las denuncias que, presuntamente, existían en su contra por supuestos actos de corrupción cometidos durante el Carrerato.
El chisme estaba bueno, emocionante. Decenas de personas no perdieron la oportunidad y se sumaron al mame. Por un lado, los que respaldan a Juan Ramiro y están a favor de todas las iniciativas cuatroteístas. Por el otro, los que coincidían con Daniel y representan la oposición que, ciertamente, se ha visto muy retraída en los últimos años.
Juan Ramiro es un abogado experimentado. Siempre institucional y constitucionalista. Impulsó la creación de muchos organismos que, hoy en día, son referente de la vida pública y contrapesos para los gobiernos, pero no se puede negar que, desde que asumió funciones como diputado federal, ha hecho hasta lo imposible por quedar bien con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Entreguista, obediente, tierno cordero y ahora repudiado; así va Robledo Ruiz.
Daniel, por su parte, es también una eminencia en su área. Conoce bien de leyes, especialmente de aquellas que rigen el ámbito financiero. Como secretario de Finanzas, supo darle estabilidad al fallido gobierno de Juan Manuel Carreras, labor que, ciertamente, le salió cara, pues tras su salida y con el comienzo del Gallardato, lo involucró en una serie de supuestos manejos irregulares de recursos públicos.
La política, como bien dice, es el arte de traicionar los intereses y de crear otros imaginarios e injustos. Es lo que pasa y tanto Juan Ramiro como Daniel son pruebas claras de eso. En diferente medida, pero lo son.
Cavilaciones:
Primera: En plena campaña, rumbo al 2027, la dirigente de Morena en San Luis Potosí, Rita Ozalia Rodríguez Velázquez, se reunió con presidentes municipales de la zona Altiplano. Llamó la atención la presencia del alcalde electo de Catorce, Javier Sandoval, también conocido como El Viejito Verde. Parece que y se lo robó a Nueva Alianza.
Segunda: La buena; que en ex priísta, Salomón Rosas, se quedó sin diputación federal. La mala; que sigue pegado como garrapata a Morena para que le dé un huesito. No le hace que sea de subsecretario o director de lo que sea ¡Miau!
Tercera: Parece que, en la Fiscalía del Estado, alguien le anda revolviendo el agua a los camotes ¡Grrrr!