Este fin de semana, el Senado de la República aprobó en comisiones la minuta de la Reforma al Poder Judicial que impulsó el presidente Andrés Manuel López Obrador y que ya se aprobó en el Congreso de la Unión. A estas alturas, su declaratoria ya se ve inminente, sin embargo, de última hora, la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, presentó una especie de contrarreforma; un proyecto alternativo en el que se reconoce la necesidad de darle un nuevo rostro al sistema de justicia, pero no con las arbitrariedades ni con el extremismo que se ha planteado desde la 4T.
Sí, sé que soy un simple gatito, un inocente e ignorante (por conveniencia) minino, pero tengo amigos muy doctos que le saben a eso de las leyes y que se han tomado el tiempo de advertirme del riesgo que implica la reforma en los términos en que se ha propuesto. Me han convencido y, en ese escenario, estoy seguro de que también hay abogados afines a la 4T… me pregunto cómo es que siguen adelante con el proyecto de reforma, cómo es que lo apoyan.
Yo no me voy a poner a defender a ninguno; ni a los cuatroteístas ni a la mal llamada oposición (que lo único que han hecho es oponerse a sí mismos). Sólo les comparto algunas observaciones como la necesidad de que los jueces no deben atender a intereses particulares o grupales, como terminarían haciéndolo en caso de ser electos con el voto popular. Eso ya dice mucho de todo lo que viene con la reforma judicial.
Falta mucho análisis y la prisa que han mostrado los diputados, senadores y funcionarios de la 4T enciende todavía más las alarmas, hace que se dude de todo. Nadie niega que hace falta una reforma, pero estas no son las formas. La 4T tiene que dejar de preguntarle a la gente si quiere o no reforma, porque hay un dolo enfermizo en esa acción al aprovecharse de la ignorancia que ellos mismos han creado.
La reforma ya es inminente e inevitable. Lo único que se esperaría es que fuera consensada y que, en el mejor de los escenarios, se diera un verdadero debate, un análisis profundo y que, ya por no dejar, se tomara en consideración la propuesta de Norma Piña, que se haga una nueva propuesta y que sea esa, la que resulte del diálogo, la que se apruebe.
Cavilaciones:
Primera: Durante la visita de la ministra Yasmín Esquivel a San Luis Potosí, el anfitrión fue el gobernador Ricardo Gallardo, pero al próximo líder de la Junta de Coordinación Política en el Congreso del Estado, Héctor Serrano, lo traían como muñequito de pastel. La comida que le ofrecieron incluyó regalos como rebozos y mezcales del Potosí ¡Miau!
Segunda: La tragedia ocurrida ayer en una tirolesa en Micos, representa una llamada de atención para las autoridades de Protección Civil. El titular, Mauricio Ordaz, debería entender que el estado tiene 59 municipios.
Tercera: En Matehuala, la población cumple ya seis días sin agua. El organismo operador, SAPSAM, realizaba obras de reposición del ducto Cedral-Matehuala, pero lo único que consiguieron fue reventar la línea. El director, Juan Carlos Pérez Mendoza, que se aferra a permanecer en el cargo, con la complicidad de la Junta de Gobierno, se sordeó todo el fin de semana.
Maullido: La desaparición de la “propiedad privada” en la reforma a la Constitución de la CDMX, ha encendido todas las alarmas en el país. El que se lleva, se aguanta.