Ya no sean inquinosos y déjenme almorzar con calma. Estaba tomándome un cafecito cuando me enteré de una noticia salvaje: la fiscal general del Estado, María Manuela García Cázares, había renunciado a su cargo. El texto resultaba convincente; aseguraba que enfrentaba muchas presiones, que no la dejaban trabajar, que el color de su oficina no le gustaba y que no le habían autorizado cambiarlo ¡Santo Dios! Casi me quemo los bigotes.
Afilé las garras y me puse a revisar con mis amistades. Corrí sobre algunos tejados y conseguí algo de información. La noticia resultó ser más falsa que el amor que me juraron, pero vaya que causó revuelo, tanto que, algunos trabajadores de la Fiscalía General del Estado, ya habían comenzado a hacer apuestas para ver quién sería el nuevo jefe.
Manuelita no se va, está firme en el cargo, según me contaron. Más firme que nunca. La mujer conoce el sistema de justica al derecho y al revés, sabe ser jefa y enfrentar al toro por los cuernos, no noble apariencia no corresponde con el carácter aguerrido que tiene y, por su había dudas, es evidente que tiene una extraordinaria relación con el Gobierno del Estado ¿Por qué, entonces, pensar en que renunciaría?
Por lo que vi, se trata de una guerra sucia, de una serie de ataques que le están lanzando para denostarla porque la están viendo fuerte, porque está sacando adelante las encomiendas y porque, claramente, tiene un futuro prometedor como fiscal. Ello, debería darle gusto a todos los potosinos; si la fiscal opera bien, la Fiscalía trabaja bien, ergo, habrá procuración de justicia para el pueblo.
De veras, ya no sean inquinosos. Se vale elucubrar, pero no abusen.