¡Quiero ser senadora y presidenta estatal del PAN y luego gobernadora y después todo lo que se pueda y no me importa si en el camino destruyo al partido, si pisoteo a mis compañeras, si acabo con la institución! Esas parecen ser las palabras de la vapuleada Verónica Rodríguez Hernández, aún presidenta del Comité Directivo Estatal del Partido Acción Nacional quien, en las últimas semanas, ha sufrido dos golpes importantes; el primero, la resolución del Tribunal Estatal Electoral que, tras detectar todas las anomalías en que había incurrido para conseguir su reelección, le ordenó reponer el proceso, y, el segundo, por la Sala Monterrey del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que vino a rematarla y complicar todos planes que ya tenía para los próximos años.
Y miren que el problema no es que una mujer quiera ser senadora, o dirigir a su partido, menos ser gobernadora. Qué bueno que alguien pueda. Lo malo aquí es que lo está haciendo a costa del esfuerzo de otros y culpando a terceros de todo lo que le sale mal. Aquí no aplica eso de que el fin justifica los medios, porque no se vale que destruya a su propio partido o pisotee a sus compañeras para cumplir ambiciones personales.
Fueron muchas las versiones en las que se aseguró que, para el proceso del pasado mes de diciembre, se tuvo que soltar mucho dinero para conseguir los votos que, al final, permitieron la reelección de Vero Rodríguez, pero, luego de que vieron que su voto vale unos pesitos y que hay quien pague por ellos, es muy seguro que este nuevo proceso va a costar y… mucho más.
En un inicio, Vero decía que quería ser alcaldesa, que, si las cosas se daban, en el 27 buscaría la presidencia municipal de la capital, hasta hubo acuerdos para que así sucediera, pero ya encaminada, rompió esos pactos y ahora se empeña en decir que le interesa la gubernatura. Válido, pero no con esos costos.
La reposición del proceso de elección en el PAN será más escandalosa de lo previsto. Ya no se tiene nada seguro y es muy probable que todos los planes se le compliquen. Veremos quién es fiel y quién nada más está por conveniencia.
Cavilaciones:
Primera: A dos semanas de que comiencen las vacaciones de Semana Santa, los parajes de la Huasteca Potosina están amenazados por la falta de agua y los incendios. El acuerdo para que los cañeros no tomen agua del caudal de los ríos ya comenzó. La intención es garantizar que las cascadas de Tamul, en Aquismón, tengan su hermosa caída, pero nada garantiza que así será.
Segunda. Y mientras el incendio amenaza con alcanzar zonas pobladas en el Bosque de Niebla, en Xilitla, los funcionarios del Ayuntamiento utilizan el helicóptero que mandó el Gobierno del Estado, pero no para combatir el siniestro, sino para dar paseos por el pueblo. Se pasan de hijos de su gatuna progenitora ¡Miau!
Tercera: El exasesor del Congreso del Estado, Ignacio Acosta, hace cada drama que bien le vendría alquilarse para la Rosa de Guadalupe o alguna serie de ese tipo. El señor cobró sin trabajar en la pasada legislatura. Tras su desastroso paso por ese Poder, fue despedido y, ahora, quiere que le contraten publicidad porque montó una página y se dice periodista. Como funcionario, quería tener acceso a los contratos de publicidad con medios de comunicación porque le parecía repugnante contratarlos. Está claro que el que nace para parásito, no pasa del intestino… grueso ¡Grrr!!
