Todo lo que se hace de prisa, se hace mal. La apuración del Poder Legislativo por aprobar la Reforma Judicial está llevando al país a una crisis política de instituciones y hace asomar el fantasma de la crisis económica, igualito que cuando concluyó el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Andrés Manuel López Obrador odió tanto a Salinas que lo tomó como modelo y lo superó. A veces (decía Pablo Escobar, el mayor narcotraficante colombiano), «me siento Dios, porque decido quien vive y quien muere».
Así está el presidente, sembrando todos los vientos de todas las tempestades que vendrán cuando se vaya a «La Chingada» a dirigir, desde ahí, al país, humillando a Claudia Sheinbaum y tejiendo el proyecto de su hijo «Andy» el verdadero heredero del legado maldito de su padre que no escatimó en confrontar a los mexicanos.
Los senadores sesionan con los nervios al filo de la navaja, la oposición resistirá solo de palabra, porque Morena consiguió los votos para aprobar la reforma cuyas consecuencias pagaremos todos los mexicanos.
A este felino le cuesta trabajo ser testigo de la conducta de los morenistas que, de la mano de Andrés Manuel López Obrador, transitan por pantanos fétidos que ni el PRI, en sus peores momentos, se atrevió a cruzar.
Que Dios nos proteja.
Cavilaciones:
Primera: Con la llegada de Elizabeth Dávila Chávez, se completa el cuadro de mandos de la Secretaría de Salud. La pregunta es ¿Podrá hacer equipo con la tiktokera Leticia Gómez y el displicente doctor Daniel Acosta? ¡Miau!