Los padres humanos pueden entender el valor de una rápida siesta, pero los pingüinos barbijo llevan esta práctica al extremo. Según un nuevo estudio, estas aves antárticas realizan microsueños de apenas cuatro segundos mientras anidan. Esta estrategia les permite vigilar constantemente sus vulnerables huevos y polluelos, acumulando un total de 11 horas de sueño al día.
«Los pingüinos barbijo parecen estar siempre en un estado de microsueño», destaca Paul-Antoine Libourel, investigador biólogo del Centro de Investigación en Neurociencia de Lyon (Francia).
Los resultados, publicados en Science, revelan una diversidad sorprendente en las estrategias de sueño animal. Elefantes marinos duermen siestas breves bajo el agua, delfines mulares y fragatas dejan un hemisferio del cerebro despierto mientras el otro descansa, y los correlimos pectorales prefieren el apareamiento al descanso.
Esta tendencia de microsueño es evidente entre los pingüinos barbijo, cuyo entorno de nidificación no es precisamente tranquilo. Con luz diurna las 24 horas del día y un ambiente cargado de olores desagradables, estos pingüinos se turnan para cuidar sus nidos en condiciones extremas.
«Los pingüinos pueden nadar hasta 120 kilómetros al día buscando alimento. Ni siquiera Michael Phelps puede hacer eso. Si pueden dormir mientras regresan, sería impresionante», menciona P. Dee Boersma, experto en pingüinos de la Universidad de Washington.
El estudio, que involucró la colocación de dispositivos en 14 pingüinos nidificantes para monitorear su actividad física, ritmo cardíaco y patrones de sueño, mostró que estas aves dormían en intervalos de cuatro segundos, tanto de día como de noche, mientras atendían a sus crías.
«Cualquiera que haya tenido un microsueño en el metro ha experimentado algo similar a lo que estos pingüinos hacen», afirma Chiara Cirelli, neurocientífica de la Universidad de Wisconsin.
Aunque estos microsueños son notables, queda por determinar cómo afectan al cuerpo y cerebro de los pingüinos a largo plazo, y si estos se dan en momentos fuera de la temporada de crianza. Los expertos sugieren que esta estrategia puede ser una forma de supervivencia a corto plazo para estos incansables padres antárticos.
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