La creciente popularidad de la semaglutida, un medicamento utilizado para tratar la diabetes tipo 2 y como auxiliar en la pérdida de peso, ha generado escasez en las farmacias de Estados Unidos y, ahora, con su aprobación en el Servicio Nacional de Salud (NHS) en Reino Unido, se teme que la situación empeore.
Este fármaco, conocido por los nombres de Wegovy, Ozempic y Rybelsus, se administra mediante inyecciones subcutáneas y actúa como un supresor del apetito, imitando una hormona intestinal para reducir la ingesta total de calorías. Aunque ha demostrado ser seguro y efectivo, las autoridades advierten que debe ir acompañado de una dieta baja en calorías y programas de actividad física.
La demanda ha sido tal que las compañías de seguros en Estados Unidos se niegan a cubrir su costo para aquellos que no son diabéticos o no lo toman como medicamento recetado. A un precio de alrededor de US$1,300 al mes, su popularidad ha llevado a una escasez generalizada, generando preocupaciones para aquellos que dependen del fármaco por razones médicas.
El presidente ejecutivo de Novo Nordisk, la farmacéutica que fabrica el medicamento, ha confirmado un aumento en la producción para hacer frente a la creciente demanda. Sin embargo, las autoridades y expertos insisten en que la semaglutida debe usarse solo con receta médica y con pleno conocimiento de sus posibles efectos secundarios, como náuseas, dolor de estómago y riesgos asociados a tumores de tiroides.
A pesar de su efectividad para la pérdida de peso, se destaca la importancia de su uso bajo supervisión médica y como parte de un enfoque integral que incluya cambios en la dieta y el estilo de vida. La controversia también ha surgido en torno a la promoción del medicamento como un «producto para adelgazar rápidamente» en algunos medios, lo que algunos consideran un mensaje equivocado sobre su verdadero propósito de mejorar la salud de quienes lo necesitan.
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