El paste mexicano tiene su origen en una curiosa mezcla de tradiciones inglesas y mexicanas. En 1824, después de la independencia de México, un grupo de migrantes ingleses llegó a Real del Monte, Hidalgo, para trabajar en la minería. Estos inmigrantes trajeron consigo sus tradiciones, entre ellas el «cornish pasty», un guiso envuelto en una masa gruesa, originalmente relleno de carne, papa y puerro, popular entre los mineros de Cornwall, Reino Unido.
Sin embargo, al entrar en contacto con la gastronomía mexicana, el plato sufrió una transformación. Los sabores autóctonos, como los frijoles, el mole, el pollo y el atún, comenzaron a formar parte del nuevo «paste» mexicano. Incluso, surgieron versiones dulces con arroz con leche y manzana. Este cambio en los ingredientes hizo del paste un platillo único y profundamente arraigado en la región de Hidalgo.
A lo largo del tiempo, el paste se expandió más allá de Real del Monte y Pachuca, popularizándose en todo México. En la década de 1990, cadenas de comida rápida comenzaron a venderlos, y en 2009 se instauró el Festival Internacional del Paste en Real del Monte, mientras que en 2012 se inauguró el Museo del Paste.
Hoy en día, el paste no solo es un símbolo gastronómico, sino también un motor económico para la región, donde muchas familias, como la de Isabel Arriaga, se dedican a su producción artesanal. La influencia inglesa, que también dejó otros legados como el Club Pachuca, sigue viva en el corazón de Real del Monte, haciendo del paste un testimonio de la fusión de culturas que perdura más de dos siglos después.
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