No hay nada mejor que una buena salsa hecha en molcajete para acompañar cualquier platillo típico de la gastronomía mexicana.
Una salsa preparada en este utensilio hecho de piedra nos transmite ese sabor único y nos remite a la comida en casa de las abuelas, quienes han heredado esta tradición a nuestro país.
A propósito de reconocer a las cocineras tradicionales de México, Tequila Reserva de la Familia de José Cuervo realizó la presentación del Festival COA (Comida, Origen y Agave), en donde una de las seis mujeres mexicanas participantes en dicho festival, Luzmy Gómez —originaria de Tixtla, Guerrero— nos enseñó a preparar un auténtico chilmole de tamarindo y chile de árbol guerrerense preparado en un molcajete de piedra.
La tarea parecía sencilla: agregar con la mano los chiles asados, el tamarindo ya pelado, el jugo de dicha fruta y un toque de piloncillo y revolverlo todo, sin olvidar la sal al gusto. Pero lejos de ser sencillo se convirtió en un verdadero desafío, ya que además de martajar nuestros ingredientes con el temolote, el reto fue darle una sazón característica de la buena comida típica mexicana. Que como dijo Luzmy “los ingredientes se echan con la mano, eso es lo que le da el sabor a la salsa”.
“Recuerden que el amor entra por el estómago, yo conquisté a mi marido con mis comidas y ahora llevamos 50 años de casados”, aseguró la participante, quien comenzó a cocinar por necesidad desde niña y ahora se dedica a promover la comida autóctona de Guerrero por todo el mundo. De piedra ha de ser…
El molcajete nació en Mesoamérica entre los años 7000 y 5000 a.C. y se utiliza para martajar los ingredientes con los que se hacen las salsas, los cuales adquieren cierto sabor mineral, debido a la piedra volcánica.