El amor es un sentimiento inexplicable, por ello que existan un gran número de historias extrañas, como la de Arturo Chávez, el hombre que se enamoro de un maniquí que adornaba uno de los locales de Hermosillo, Sonora. Está historia es muy poca conocida, pues ocurrió en el año de 1980 y muy pocas personas la recuerdan. Aunque los hechos te puedan sonar como algo ilógico, detrás del amor de Arturo existía un trauma.
La primera persona que se percató de que el señor Arturo parecía estar enamorado de un maniquí, fue la dueña del local al que pertenecía el objeto de platico. El nombre de la señora era Gloria Moreno, ella contaba que aquel hombre observaba con gran aprecio la escultura del maniquí. Destacaba que Arturo decía que adorno tenía un gran rostro angelical, además de que sus ojos color esmeralda lo enloquecían.
En ese entonces el local tenía el nombre de Novias Elegantes, el personal de la tienda supo del extraño amor de Arturo por el maniquí desde un principio, pero nunca hicieron nada ya que pensaban que solo se trataba de una persona cualquiera que deambulaba por el lugar. Después de un tiempo los trabajadores se empezaron a preocupar, porque Arturo regresaba a mirar al maniquí todos los días por un gran número de horas, esto se volvió una rutina que duró años.
El amor de Arturo por el maniquí se volvió algo normal para los trabajadores del local, incluso estos se acostumbraron a la presencia del hombre. Ellos contaron que en algunas ocasiones Arturo le cantaba al maniquí, le llevaba serenatas simulando que un trozo de cartón era una guitarra. No todo siempre fue tranquilo, pues el sujeto rompió en más de una ocasión el cristal que lo separaba de su amada.
Cierto día una mujer que decía ser sobrina de Arturo, fue a la tienda para visitarlo. Ella le contó a la encargada del negocio que su tío quedó destrozado por una decepción amorosa, detalló que Arturo se iba a casar, pero ocho días antes de la boda la novia falleció. Su amada fue enterrada con todo y el vestido de novia, no obstante, el nunca se recuperó de la perdida. La señora Gloria al conmoverse por la historia, decidió regalarle el maniquí, pero al quitarle el vestido de novia Arturo reaccionó de una mala manera, por lo que dijo preferir verla en el aparador con el vestido.