Las personas nacimos para amar, según la Antropóloga Helen Fisher. El amor, ese sentimiento intenso a la vez es también la fuente de nuestra existencia, de la creatividad y también de muchas de nuestras preocupaciones. Si dijéramos ahora mismo que “el amor lo es todo” muchos pondrían en juicio esta idea, sin embargo, desde un punto de vista biológico e incluso antropológico, esa sensación, ese impulso vital revolucionario nos ha permitido afianzarnos como especie, porque el amor no solo facilita la consolidación de una pareja o la aparición de la descendencia.
El afecto, como ya lo decíamos en la columna anterior, da forma a la cooperación, nos permite involucrarnos en la intención y el cuidado de la otra persona, el amor nos da el aliento para reducir la ansiedad y el estrés, e incluso despierta nuestro lado creativo, conocer entonces la evolución del amor en pareja nos permitirá ver cómo cada etapa encierra también su beneficio, su función y su trascendencia.
El doctor Gerlad Huther, neurobiólogo y profesor de neurobiología en la universidad de Gotinga en Alemania, afirma que lo que en realidad nos ha permitido avanzar como especie, no es otra cosa más que ese pegamento delicado, pero increíblemente sólido que es el amor.
Sin embargo, si hay algo que la mayoría sabemos, y es que ese material inobservable bajo la lente de un microscopio, no siempre perdura ni permanece de la misma forma o en el mismo estado, aparecen obstáculos, las desilusiones, los desafíos, y es que hasta para Helen Fisher nada puede ser más importante que entender la evolución de amor en pareja, ya que si comprendiéramos las características de cada etapa, seguramente estaríamos preparados para esos altibajos que suelen acontecen en cada momento.
La limerencia
Esta etapa es la que más suele gustarnos, el enamoramiento es esa antesala llena de misterios, fantasías y descubrimientos varios donde discurre ese cóctel explosivo cargado de dopamina, serotonina, oxitocina y noradrenalina, todo es particularmente intenso en esta etapa, las emociones son arrolladoras y nada puede ser más significativo para nuestro cerebro que esa persona deseada.
Vinculación
Después de aquel flechazo que nos ha quitado la calma para llevarnos a una deriva química llena de pasión y fascinación, llega la siguiente etapa, ¿etapa en donde surgen dudas de equivalencia, en donde nos preguntamos “¿lo que hemos iniciado significa para ti lo mismo que para mí? ¿puedo contar con tu confianza? ¿Vamos hacia un mismo lugar?”, etc. En esta etapa surgen los miedos, las preocupaciones y por encima de todo, el deseo de trascendencia de vinculación con el ser amado.
Amor maduro, un lazo sólido de lealtad
No hay tiempo específico de cuánto dura el amor, hay quien dice que la media es entre 4 o 5 años, sin embargo, estudios demuestran que entre el 30 y 40% de las parejas de edad avanzada afirman que siguen viviendo en esa etapa, que el romanticismo no se desvanece, y que la ilusión persiste, esta etapa está basada en construir un compromiso firme, de ver en el otro al mejor compañero de equipo, de valorar más profundamente a la otra persona practicando la ternura y un vínculo emocional atento y comprensivo que enriquezca a ambas partes por igual.
En el tema de la evolución del amor en las parejas hay algo que nos queda claro es que no es el tiempo el que hace que estas fases lleguen a nuestras vidas, el amor y sus cambios no tienen normativos, alcanzar la felicidad y la estabilidad comprometida, leal y enriquecedora necesita de mucho trabajo en equipo.
Estefanía López Paulín
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