El cerebro, un órgano sorprendente y complejo, controla funciones diarias y es la base de la capacidad para comunicarse, tomar decisiones y resolver problemas. Cuidarlo y entrenarlo es fundamental, y tanto el ejercicio físico como las actividades cognitivas pueden marcar una gran diferencia.
La práctica de ejercicio tiene numerosos beneficios para la salud general y el cerebro. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, el ejercicio ayuda a pensar, aprender, resolver problemas y mantener el equilibrio emocional. También mejora la memoria y reduce la ansiedad y la depresión. Además, la actividad física regular puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo, incluida la demencia.
La Federación Mundial de Neurología (WFN) respalda estos beneficios, afirmando que el ejercicio regular retarda el deterioro cerebral relacionado con la edad y mantiene las capacidades cognitivas. También ayuda a reducir la presión arterial, prevenir enfermedades vasculares y mantener un suministro saludable de sangre al cerebro.
Diversos estudios, como los publicados por la Escuela de Medicina de Harvard, han relacionado las mejoras cognitivas tras el ejercicio (principalmente aeróbico, como correr o montar en bicicleta) con el aumento de la capacidad del corazón, los pulmones y la sangre para transportar oxígeno. Se han observado efectos cerebrales generalizados, como el aumento del número de vasos sanguíneos y sinapsis, el aumento del volumen cerebral y la disminución de la atrofia cerebral relacionada con la edad.
Además, se han observado efectos localizados en áreas cerebrales vinculadas con el pensamiento y la resolución de problemas, como el aumento del número de nuevas células nerviosas y de las proteínas que ayudan a estas neuronas a sobrevivir y desarrollarse.
No solo el ejercicio físico presenta beneficios para la salud del cerebro. Según la Escuela de Medicina de Harvard, las actividades creativas, como la pintura, el aprendizaje de un instrumento, la escritura expresiva o autobiográfica, y el aprendizaje de un idioma también pueden mejorar la función cognitiva.
Entre los ejercicios mentales sugeridos, la WFN menciona la educación para fortalecer la lógica, acertijos y juegos que utilizan el pensamiento estratégico como el ajedrez o el sudoku.
Además del ejercicio físico y cognitivo, hay otros hábitos que contribuyen al cuidado del cerebro. No fumar y no excederse en el consumo de alcohol son cruciales. Realizar chequeos médicos periódicos y mantener vigilados los niveles de tensión arterial, glucemia, colesterol y triglicéridos también es importante.
El buen descanso es clave para la salud cerebral, ya que permite concentrarse, tomar decisiones y deshacerse de desechos metabólicos, optimizando la memoria. Una dieta saludable que incluya frutas, verduras, proteínas y cereales integrales también es fundamental para mantener el cerebro en buen estado.
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