«Si no tienes dólares, estás jodido», repiten los cubanos una y otra vez, un mes después de la entrada en vigor de una profunda reforma financiera en su país, impulsada por el presidente Miguel Díaz-Canel. Esa moneda es más codiciada que nunca y se cotiza en el mercado negro al doble de la tasa oficial.
Hasta finales de 2020 Cuba mantuvo un complejo sistema de dos monedas que cambió el 1 de enero de este año. Una de ellas es el CUC (peso cubano convertible), que por mucho tiempo tuvo una paridad de uno a uno con el dólar y que desaparecerá en un plazo de cinco meses.
El CUC ha coexistido por 26 años con la moneda nacional cubana (CUP) valuada en 24 unidades por dólar.
Un mes después de que las autoridades lanzaran un fuerte ajuste conocido como «reordenamiento monetario», que reafirmó de manera oficial el precio del dólar en 24 pesos cubanos, la moneda estadounidense se disparó en el mercado negro.
En portales como Revolico, un concurrido sitio en internet de compra y venta en Cuba, el dólar informal se cotiza en 50 pesos.
«No creo que haya muchos países del mundo que tengan ese nivel de sobrevaluación de sus monedas», señala en Twitter el economista Pedro Monreal.
En medio de este doloroso ajuste, Monreal alerta que «la tasa informal sigue devaluándose, y pudiera estarse creando presión para una nueva devaluación oficial», en referencia a la tasa de cambio de uno por uno que beneficiaba a las empresas estatales (el 85% de la economía).
A la caza de dólares
Enfrentado a serios problemas de liquidez por el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos bajo la pasada administración de Donald Trump, el gobierno emprendió a finales de 2019 una dolarización parcial de la economía para poder captar divisas.
Desde entonces los cubanos pueden adquirir en un centenar de mercados una amplia gama de productos en dólares, que escasean en el resto de las tiendas del país. En estos establecimientos solo se puede pagar con una tarjeta bancaria en dólares, que normalmente son depositados por familiares o amigos desde el extranjero.
La necesidad que tienen los cubanos de acudir a estos mercados para acceder a productos, muchas veces de primera necesidad, ha acelerado la demanda de la divisa estadounidense.
El dólar comenzó a escasear incluso antes de que el turismo, que representa el mayor ingreso de divisas al país, disminuyera a causa de la pandemia.
Antes, Washington había aplicado restricciones a los viajeros que querían visitar Cuba.
«Al unificar la tasa al nivel sobrevaluado que ya estaba, se crea la posibilidad de que funcione un mercado subterráneo, en el que ya la divisa estadounidense adquiere un precio que supera ampliamente el tipo de cambio oficial», dice a la AFP el economista Mauricio De Miranda, de la Universidad Javeriana de Cali.
Durante la crisis económica que Cuba vivió en la década de 1990, generada por la caída del bloque comunista soviético, un dólar llegó a costar hasta 150 pesos cubanos.
¿A cuánto escalará esta vez? «Es muy difícil estimar hasta dónde podría llegar el valor del dólar», porque «depende de con qué celeridad y a qué nivel se recuperen los niveles de ingresos de divisas del país», advierte De Miranda.
«Carta blanca para el mercado negro»
Comprar dólares es un lujo que muy pocos cubanos pueden darse, pese a que, como parte del ajuste, el gobierno puso en marcha una reforma salarial que quintuplicó el salario mínimo hasta 2,100 pesos cubanos (87 dólares al cambio oficial pero 42 al informal).
La realidad choca con el sistema monetario que impide a bancos y casas de cambio del país vender divisas, y sólo permite la venta de 300 dólares a las personas que salen del país.
Adicionalmente, De Miranda afirma que «no es posible hablar de ordenamiento monetario cuando el Banco Central del país no puede ofrecer la divisa extranjera al tipo de cambio oficialmente establecido».
«Es una carta blanca para el mercado negro», sentencia.
Este «super-cepo» cambiario, como lo define Monreal, no deja a los cubanos otra opción que adquirir los dólares en el mercado informal, lo que además de ser ilegal, encarece su precio.
«Esa diferencia importante la tienes que incorporar al precio de tu producto», ilustra el economista Ricardo Torres, de la Universidad de La Habana.
Como resultado, una cerveza que vale normalmente 24 pesos cubanos, termina costando hasta cuatro veces más en un bar.