Hace aproximadamente 315 millones de años, un grupo de vertebrados llamado amniotas cuyos embriones se desarrollaban en huevos protegidos por una cáscara y distintas membranas, dieron paso a dos linajes: uno condujo a los reptiles y, a su vez, a las serpientes, dinosaurios y aves; y el otro llevó a los mamíferos.
La evolución de los mamíferos condujo a la aparición de las dos ramas que acabarían siendo las más exitosas de todas, hace aproximadamente 140 millones de años. Una fue la de los marsupiales, caso del canguro, la zarigüeya o el koala; la otra fue la de los placentarios, en la que se cuentan los conejos, los tigres, los caballos o nosotros mismos.
No se han encontrado muchos fósiles de mamíferos con una edad anterior a 65 millones de años, pero a partir de los que conocemos podemos deducir que hace 100 millones entraron en escena los linajes de los que descienden los actuales. El primero que hizo acto de aparición fue el de los osos hormigueros, armadillos y perezosos. Estos animales carecen de algunas características que sí comparten otros placentarios. Por ejemplo, no tienen cérvix el cuello uterino y su metabolismo es bastante más lento. Los demás lo hicieron hace unos 80 millones de años.
Gracias a ciertos estudios genéticos con los que es posible calcular cuándo se van separando las diferentes especies de su tronco común, sabemos que el ancestro de los mamíferos modernos que apareció en el Cretácico no empezó a evolucionar con rapidez hasta 10 millones de años después de que se extinguieran los dinosaurios. Al principio eran pequeños, pero con el paso del tiempo acabarían desarrollándose los veinte órdenes que hoy conocemos, además de otros muchos que se han extinguido, dando origen a variadas formas y tamaños.
Los mamíferos han podido dominar el mundo desde entonces, pero también han tenido que afrontar serios problemas ambientales. El mencionado clima cálido que siguió a la desaparición de los dinosaurios empezó a cambiar hace alrededor de 50 millones de años.
Las temperaturas bajaron notablemente, y lo hicieron como consecuencia de la deriva continental. Por entonces, las placas india y euroasiática colisionaron y levantaron el Himalaya, lo que conllevó una reducción de los niveles de dióxido de carbono presente en la atmósfera. El continuo proceso de enfriamiento culminó con un ciclo de edades del hielo que en los últimos dos millones de años ha mudado el aspecto del planeta.
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