El estrés es una parte natural de la vida, incluso para los más pequeños. Si bien puede ser útil para mantenerse alerta y resolver problemas, cuando se vuelve constante y abrumador, puede tener consecuencias negativas para la salud y el bienestar de los niños. Según Karla Cervantes, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reconocer y manejar el estrés en los niños es fundamental para su desarrollo saludable.
El estrés positivo, como olvidar una tarea escolar o llegar tarde a una actividad, puede ayudar a los niños a activarse y resolver problemas. Sin embargo, cuando se convierte en estrés negativo, puede manifestarse de diferentes maneras y ser desafiante para los pequeños y sus familias. Entre las causas del estrés negativo en los niños se incluyen situaciones como el acoso escolar, cambios significativos en su vida, problemas familiares, eventos traumáticos cercanos y dificultades económicas en la familia.
Es crucial reconocer cómo se manifiesta el estrés en los niños. Puede ser internalizado, lo que significa que el niño puede estar distraído, callado o emocionalmente sensible. Por otro lado, también puede ser externalizado, lo que se traduce en irritabilidad, cambios en el comportamiento y agresividad. Algunos síntomas comunes del estrés en los niños incluyen dificultades para dormir, fatiga, dolores de cabeza frecuentes, comportamientos compulsivos como morderse las uñas, dificultad para concentrarse y bajo rendimiento escolar, entre otros.
Los padres desempeñan un papel fundamental en ayudar a los niños a manejar el estrés. Orientarlos para encontrar soluciones a sus problemas, no desestimar sus preocupaciones, mantener una comunicación abierta y alinear expectativas son algunas de las formas en que los padres pueden ofrecer apoyo.