Unas botas y un acordeón quedaron de luto y recibiendo junto al féretro de Manuel Mendoza a miles de personas que con lagrimas llegaron a despedir a la gran voz que dio el municipio de Cedral.
La mañana del 18 de enero se volvió gris para la familia Mendoza, Manuel dejaba este mundo y un vacío en la música grupera, la noticia rápidamente cubrió de llanto al Altiplano, los fans del cantante, incrédulos preguntaban por todas partes si lo anunciado era real.
Miles de personas llegaron de varias partes del país a darle el último adiós, la multitud formó una fila que parecía no terminar, todos se acercaban a despedirse de su ídolo que en incontables ocasiones les dio momentos de felicidad al entonar su repertorio musical.
Las lágrimas y bendiciones de los presentes empaparon el féretro durante su velorio para desearle a Manuel un buen viaje.
El momento de caminar hacia el panteón llegó después de celebrar la misa, las calles fueron mudo testigo de los pasos de la multitud y al frente sus hermanos y sobrinos, parte de la agrupación entonando las canciones favoritas del indomable mayor.
Sus colegas, entre risas y llanto, recordaron anécdotas de la vida que dejaron marcados momentos inolvidables de amistad.
EL ÚLTIMO ADIÓS
Con la luz de la luna cubriendo la última despedida el féretro de Manuel bajó a la fosa donde descansará eternamente, rodeado de personas cercanas cayeron sobre él decenas de rosas.
Lo alto del cielo se iluminó con fuegos pirotécnicos, los presentes no perdieron de vista el colorido mientras se desvanecía anunciando la llegada de alejarse del panteón y dejar al artista en su descanso eterno.
Las canciones no dejaban de sonar, la despedida era merecida, las canciones no dejaban de sonar, Manuel las tenía que escuchar todas antes de que la tierra cubriera su cuerpo y, como tantas veces lo dijo en su canción «Tumba Sin Cruz», …me rezan un padre nuestro, yo ya me fui a descansar.