El delegado del Instituto Nacional Electoral, Pablo Sergio Aispuro Cárdenas, sospecha de todo y de todos, y es que este viernes al término de una rueda de prensa, sin precisar el motivo, pidió a los reporteros que la cubrieron, no abandonar el salón donde se llevó a cabo, a lo que quienes ahí estaban todavía, accedieron, incluso unos se regresaron del elevador.
Cual sería la sorpresa de los comunicadores al enterarse que la petición hecha fue porque el delegado “no encontraba su telefono celular”.
Sí, por qué no, el delegado sospechó de los reporteros que recogieron sus declaraciones en contra del “Plan B” de AMLO, “chequen las cámaras, revisen las fotos de la mesa donde me senté, marquen al teléfono”, ordenó a sus subalternas presentes.
Presurosas, las asistentes de Aispuro corrieron también a la oficina del delegado a donde también fue él, y cual sería la sorpresa que ahí estaba el teléfono celular, siempre estuvo ahí, cargándose, nadie lo tomó, nunca se movió, pero él sí sospechó y, desde luego, ordenó la retención de los periodistas a quienes incriminó de su descuido.
Y al final, los comunicadores se quedaron esperando el “usted disculpe”, un «lo siento», mínimo un «perdón por el inconveniente», no lo hubo, nunca llegó, sólo el descanso del delegado que cerró el episodio con un, “no me hubiera gustado revisarlos porque están muy feos”, pretendiendo bromear con el momento.
Está visto que los nervios del delegado por perder el espacio que tantas décadas ha ocupado ya lo llevan a sospechar de todo y de todos. Lamentable actitud, porque aunque feos y quizás humildes, los trabajadores de los medios nada tienen de rateros, aunque así los quiera ver Aispuro.
