No es una casualidad que muchos estemos tristes o desconcertados. Vaya por delante una disculpa con referencia a mis motivos más bien personales, pero creo que no somos pocos quienes los compartimos.
El gobierno federal dice que va de maravilla, aunque cada día confirmamos graves y crecientes problemas en diversas áreas: salud, economía, energía, inseguridad, pobreza, educación… No ayudan unas elecciones en las que el partido oficial no reconoce resultados adversos que se vinculen a sus errores y han producido una caída en su evaluación general (con fallas visibles y sin logros reales). Incluso se recurre a una encuesta del propio gobierno para mostrar cierta popularidad como aprobación y apoyo a un cambio con el que se identifica sólo a Morena (a nombre del ‘pueblo’ y sin considerar a la sociedad en su conjunto).
Se ataca ahora a las mentiras ajenas (las criticas tan numerosas) y se cae más hondo con multiplicaciones muy burdas de las propias. Dada su investidura y sus recursos el primer mandatario ataca y hostiga a quienes no piensan como él, lo cual se le tiende a revertir pues son cuestionados sus toscos cuestionamientos.
Todo ello no resulta nada estimulante y tampoco tiene ninguna utilidad para el país. Al distraernos y no reconocerse los problemas, difícilmente se habrán de solucionar a pesar de su gravedad. Es muy triste, muy lamentable sobre todo en el caso de millones de mexicanos que han puesto sus esperanzas en este gobierno y sus aparentadas transformaciones. De hecho, a todos nos afecta de una u otra forma, aunque menos a los más ricos.
Esta semana, el llamado informe de los 3 años que van del 1 de julio de 2018 (una victoria histórica) al mismo día pero de este 2021, se suma a las conferencias mañaneras con la exaltación de fantasías favorables en contra de las feas realidades, al igual que con el impulso renovado por los autoelogios que generaban ahí aclamaciones de los más cercanos colaboradores. Para el actual presidente, nada mejor que el más jubiloso triunfalismo a fin de alejar el más deprimente derrotismo, y a partir de sus autoengaños todavía intenta retener o convencer a algunos.
Vemos además la evolución que han tenido la prensa nacional, los medios de comunicación, sus periodistas o líderes de opinión, y las variantes en las relaciones entre los medios y el poder político. El celebrado escritor mexicano Enrique Serna ha dicho que con el cambio de siglo se dejó de padecer en México “la censura informativa y el vasallaje rendido al monarca sexenal en prensa, radio y televisión”. El presidente, sin embargo, afirma que la libertad de expresión empieza con su triunfo hace 31 meses, y algo similar en cuanto a nuestra democracia (no desde el año 2000 como casi todos estimamos).
* UN RELEVANTE LIBRO VIENE a ser una demoledora revelación del periodismo venal pero talentoso e influyente en una interesantísima época de México, entre 1940 y 1970, de la presidencia de Manuel Ávila Camacho a la de Gustavo Díaz Ordaz. Se trata de una espléndida novela histórica que me tardé en leer por la pandemia (en la cual casi no compré libros y me concentré en los que ya tenía), cuyo autor es Enrique Serna, de quien hace años también disfruté ‘El Seductor de la Patria’ sobre Antonio López de Santa Anna.
El afamado periodista Carlos Denegri protagoniza esta obra de atinado título, ‘El vendedor de silencio’ (en referencia a quienes cobran más por guardarse algo, que por publicarlo en sus medios). Su vida es una confluencia de talento, corrupción, contactos, política, simulación, relaciones con el poder, esfuerzos y aspiraciones personales, alcoholismo, violencia, misoginia… en una sociedad que consentía todo ello.
Fue el reportero más destacado e influyente de buena parte del siglo pasado y, además de que alternó con grandes figuras políticas o artísticas de la época, era visto con respeto y no pocas diferencias por estrellas ascendentes del periodismo como Julio Scherer y Jacobo Zabludovsky o Carlos Septién García. Creo que esta lograda novela complementa muy bien la historia y la hace más atractiva para el público en general.
@cpgarcieral
