Alguien me dijo que yo le echaba demasiadas porras a Xóchitl Gálvez, pero he leído o escuchado a varios que me superan. Y, bueno, no pretendo quedarme muy atrás. Todo esto, además, ayuda a no distraernos con el lamentable proceso de las seis patéticas corcholatas obradoristas.
Ya quisiera el señor Amlo una candidata como ella, que sabe bien lo que es la pobreza e igual cómo enfrentarla (de hecho, en 2017 mandó a uno de sus hijos a invitarla al movimiento). Ahora genera ataques absurdos o torpes intimidaciones a esta amenaza, porque le tiene pavor y aún se resiste a enfrentarla.
La definición del método de selección de la eventual candidatura del Frente Amplio por México, no va en contra de mis apreciaciones anteriores sobre la senadora panista ante los seis precandidatos adelantados de Morena o los aspirantes en el proceso de estas alianzas, que de manera muy atinada incluyen organismos ciudadanos. Las dirigencias partidistas podrán verse obligadas a aceptarla como una opción que los rebasa en forma natural o espontánea, a la vez que les muestra un potencial que traería lo mejor para ellos.
Falta mucho para la elección y casi todo puede pasar. Sin duda, la popularidad de Amlo ha caído, pero aún resulta superior a la del gobierno y su partido; lo que no cambia es que ningún obradorista (incluido un séptimo precandidato de emergencia) podrá ganar con el porcentaje que alcanzó él hace 5 años, tal como nos mostró la votación en 2021. Tras la polarización del país, no está claro qué predominará entre la realidad (nada estimulante) o el ilusionismo (“narrativa” presidencial y reiteración de sus promesas). Tampoco es cierto que “este arroz ya se coció” … para nada, oigan.
A la par que Xóchitl rechaza a los corruptos, tiene un currículum y varias características que son sorprendentes y envidiables, con un pragmatismo que no anticipa una cacería de brujas. Ha acreditado grados de humildad y autenticidad que la engrandecen, pero sería demasiado inteligente para eso y sabe mucho de realismo y de política.
En fin, si bien ha llegado a conjuntar numerosas ventajas, nadie es perfecto y siempre habrá quien nos diga “tal candidato o candidata, no acaba de convencerme”. Eso me dijo de Xóchitl un viejo ricachón con apellidos de origen extranjero, y yo le contesté que él no se acerca al votante promedio (más joven, más pobre, menos clasista y más del género femenino), aparte de que no es cosa de gustos personales sino de encontrar quien pueda tener una mayor capacidad para ganar una elección y contribuir a rescatar a nuestro país de una destructiva prolongación morenista.
Con todo, fíjense, no se trata de ungir a una gran candidata como salvadora, de manera similar a lo que pasó en los inicios del sexenio de Peña Nieto o con el prometedor y mesiánico López Obrador en 2018… Nos debemos alejar de esta idea de “salvadores de la patria”, para volver a un esquema de instituciones sólidas y participación ciudadana en la que se escuche y se aproveche a diversos actores o grupos, sin centrar todo en otro ser humano que parecería iluminado (aunque fuera más capaz que el actual).
Ya no es cuestión de confirmar los evidentes desastres que estos años ha traído el populismo obradorista, sino de ver cómo los enfrentamos y remediamos… ayudando a alguien que se deje ayudar y que habría sido capaz de ganar una elección presidencial. Además, claro, de que tenga idea de lo que hay que hacer.
* EL EMPERADOR ROMANO MARCO Aurelio (121-180dC) había dicho “La opinión de diez mil sujetos no tiene importancia cuando no saben de lo que hablan”, pero hoy vemos que pueden ganar elecciones o elegir jueces del crimen organizado. Por su parte, John F. Kennedy señaló “La ignorancia de un votante perjudica la seguridad de todos”, lo cual se podría referir a la selección de equipos de cirujanos, de tripulaciones en aviones o de jueces para la Suprema Corte, ya no digamos de buenos presidentes.
No dejemos de actuar contra la desinformación o ignorancia que da vida al populismo tan perjudicial para los pobres, el cual, mientras cuente con dinero, puede engañar a parte de la población a fin de obtener votos. Así de sencillo.